miércoles, 31 de diciembre de 2008

Un año nuevo, no es cualquier cosa



Fuente: Catholic.net
Autor: P Mariano de Blas LC



Empezar un nuevo año, como si fuera cualquier cosa, es una enorme torpeza. Un año de vida es un regalo demasiado grande para echarlo a perder.

¿Alguna vez has sentido en lo más hondo de tu ser ese deseo profundo y enorme de mejorar o de cambiar? Si es así, no dejes que el deseo se escape, porque no todos los días lo sentirás. Si hoy sientes esa llamada a querer ser otro, a ser distinto, atrápala con fuerza y hazla realidad.

El inicio de un nuevo año es el momento para reunir las fuerzas y toda la ilusión para comenzar el mejor año de la vida, porque el que se proponga convertir éste en su mejor año, lo puede lograr.

El año nuevo es una oportunidad más para transformar la vida, el hogar, el trabajo en algo distinto. «Quiero algo diferente, voy a comenzar bien; así será más fácil seguir bien y terminar bien. Quizá el año pasado no fue mi mejor año, me dejó un mal sabor de boca. Éste va a ser distinto, quiero que así sea; es un deseo, es un propósito, y no lo voy a echar a perder.

Tengo otra oportunidad que no voy a desperdiciar, porque la vida es demasiado breve».

¿Quién es capaz de decir?: "Desde hoy, desde este primer día, todo será distinto" En mi hogar me voy a arrancar ese egoísmo que tantos males provoca; voy a estrenar un nuevo amor a mi cónyuge y a mi familia; seré mejor padre o madre. Seré también distinto en mi trabajo, no porque vaya a cambiar de trabajo, sino de humor. En él incluso voy a desempolvar mi fe, esa fe arrumbada y llena de polvo; voy a poner un poco más de oración, de cielo azul, de aire puro en mi jornada diaria. Ya me harté de vivir como he vivido, de ser egoísta, tracalero, injusto. Otro estilo de vida, otra forma de ser. ¿Por qué no intentarlo?”

En los ratos más negros y amargos, llenos de culpa, piensas: «¿Por qué no acabar con todo? Pero en esos mismos momentos se puede pensar otra cosa: ¿Por qué no comenzar de nuevo?».

Algunos ven que su vida pasada ha sido gris, vulgar y mediocre, y su gran argumento y razón para desesperarse es: «He sido un Don Nadie, ¿qué puedo hacer ya?» Pero otros sacan de ahí mismo el gran argumento, la gran razón para el cambio radical positivo: «No me resigno a ser vulgar; quiero resucitar a una vida mejor, quiero luchar, voy a trabajar, quiero volver a empezar».

Un año recién salido de las manos del autor de la vida es un año que aún no estrenas. ¿Qué vas a hacer con él? El año pasado ¿no te gustó?, ¿no diste la medida? Con éste ¿qué vas a hacer? Un nuevo año recién iniciado: todo comienza, si tú quieres; todo vuelve a empezar...

Yo me uno a los grandes insatisfechos, a los que reniegan de la mediocridad, a los que, aún conscientes de sus debilidades, confían y luchan por una vida mejor.

Todos desean a los demás y a sí mismos un buen año, pero pocos luchan por obtenerlo. Prefiero ser de los segundos.


miércoles, 24 de diciembre de 2008

La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.



Fuente: Catholic.net
Autor: P. Ángel Amo.


Con la solemnidad de la Navidad, la Iglesia celebra la manifestación del Verbo de Dios a los hombres”. En efecto, éste es el sentido espiritual más importante y sugerido por la misma liturgia, que en las tres misas celebradas por todo sacerdote ofrece a nuestra meditación “el nacimiento eterno del Verbo en el seno de los esplendores del Padre (primera misa); la aparición temporal en la humildad de la carne (segunda misa); el regreso final en el último juicio (tercera misa)” (Liber Sacramentorum).

Un antiguo documento del año 354 llamado el Cronógrafo confirma la existencia en Roma de esta fiesta el 25 de diciembre, que corresponde a la celebración pagana del solsticio de invierno “Natalis solis invicti”, esto es, el nacimiento del nuevo sol que, después de la noche más large del año, readquiría nuevo vigor.

A1 celebrar en este día el nacimiento de quien es el verdadero Sol, la luz del mundo, que surge de la noche del paganismo, se quiso dar un significado totalmente nuevo a una tradición pagana muy sentída por el pueblo, porque coincidía con las ferias de Saturno, durante las cuales los esclavos recibían dones de sus patrones y se los invitaba a sentarse a su mesa, como libres ciudadanos. Sin embargo, con la tradición cristiana, los regalos de Navidad hacen referencia a los dones de los pastores y de los reyes magos al Niño Jesús.

En oriente se celebraba la fiesta del nacimiento de Cristo el 6 de enero, con el nombre de Epifanía, que quiere decir “manifestación”; después la Iglesia oriental acogió la fecha del 25 de diciembre, práctica ya en uso en Antioquía hacia el 376, en tiempo de San Juan Crisóstomo, y en el 380 en Constantinopla. En occidente se introdujo la fiesta de la Epifanía, última del ciclo navideño, para conmemorar la revelación de la divinidad de Cristo al mundo pagano.

Los textos de la liturgia navideña, formulados en una época de reacción contra la herejía trinitaria de Arrio, subrayan con profundidad espiritual y al mismo tiempo con rigor teológico la divinidad y realeza del Niño nacido en el pesebre de Belén, para invitarnos a la adoración del insondable misterio de Dios revestido de carne humana, hijo de la purísima Virgen María.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Benedicto XVI al acercarse la Navidad: "El amor acerca"


Intervención con motivo del Ángelus en el Domingo "gaudete"


CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 14 diciembre 2008 (ZENIT.org).-

Publicamos las palabras que dirigió Benedicto XVI este domingo a mediodía al rezar la oración mariana del Ángelus desde la ventana de su estudio junto a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

Entre ellos se encontraban muchos niños de las parroquias de Roma que, como es tradición, en el tercer domingo de Adviento, traían las imágenes del Niño Jesús que colocarán el Nacimiento den sus casas, escuelas e iglesias.

* * *


Queridos hermanos y hermanas:

Este domingo, tercero de Adviento, llamado "Domingo gaudete", "estad alegres", porque la antífona de entrada de la santa misa retoma una expresión de san Pablo en la Carta a los Filipenses, que dice así: "Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres". Y luego añade el motivo: "El Señor está cerca" (Fil 4,4-5). Esta es la razón de nuestra alegría. Pero, ¿qué significa: "el Señor está cerca"? Cómo tenemos que entender esta "cercanía" de Dios? El apóstol Pablo, al escribir a los cristianos de Filipos, piensa evidentemente en el regreso de Cristo, y les invita a estar alegres pues es seguro. Sin embargo, el mismo Pablo, en su Carta a los Tesalonicenses, advierte que nadie puede conocer el momento de la venida del Señor (Cf. 1 Ts 5,1-2) y pone en guardia ante todo alarmismo, como si el regreso de Cristo fuera inminente (Cf. 2 Ts 2,1-2). De este modo, ya entonces, la Iglesia, iluminada por el Espíritu Santo, comprendía cada vez mejor que la "cercanía" de Dios no es una cuestión de espacio y de tiempo, sino más bien una cuestión de amor: ¡el amor acerca! La próxima Navidad vendrá para recordarnos esta verdad fundamental de nuestra fe y, ante el Nacimiento, podremos gustar la alegría cristiana, contemplando en el recién nacido Jesús el rostro de Dios que por amor se hizo como nosotros.

Desde esta perspectiva, es para mí un auténtico placer renovar la hermosa tradición de la bendición de las imágenes del Niño Jesús que se colocarán en el Nacimiento. Me dirijo en particular a vosotros, queridos chicos y chicas de Roma, que habéis venido esta mañana con las figuras del Niño Jesús que ahora bendeciré. Os invito a uniros a mí siguiendo atentamente esta oración:

Dios, Padre nuestro, tú que has amado a los hombres

hasta el punto de mandarnos a tu único Hijo, Jesús,

nacido de la Virgen María

para salvarnos y volvernos a llevar a ti.


Te pedimos que, con tu bendición, estas imágenes de Jesús,

que pronto vendrá entre nosotros, sean en nuestras casas

signo de su presencia y de tu amor.


Padre bueno, bendícenos también a nosotros,

a nuestros padres, a nuestras familias y nuestros amigos.


Abre nuestro corazón para que sepamos recibir a Jesús en la alegría,

hacer siempre lo que él pide

y verle en todo los que tienen necesidad de nuestro amor.


Te lo pedimos en el nombre de Jesús, tu Hijo amado,

que viene para dar al mundo la paz.

Él vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.



Y ahora, recemos juntos la oración del Angelus Domini, invocando la intercesión de María para que Jesús, que al nacer trae a los hombres la bendición de Dios, sea acogido con amor en todas las casas de Roma y del mundo.

[Después de rezar el Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En italiano, dijo:]

Hoy en la diócesis de Roma se celebra la jornada para la construcción de las nuevas iglesias. En los últimos años se han construido nuevas parroquias, pero todavía hay comunidades que sólo cuentan con locales provisionales e inadecuados. Doy las gracias de corazón a quienes han apoyado este compromiso tan importante de la diócesis y vuelvo a presentar a todos esta invitación: ayudemos a las parroquias de Roma a construir su iglesia.

[En español, dijo:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a los fieles provenientes de diversas parroquias de España. Al aproximarse la celebración del Nacimiento de Jesucristo, Príncipe de la Paz, os invito a prepararos a esta fiesta de gozo y salvación intensificando la plegaria, avivando la alegría interior y dedicándoos a la escucha meditativa de la Palabra de Dios, para después transmitirla con sencillez a los demás. Confío esta hermosa tarea a la maternal protección de la Virgen María, tan presente en estos días en el corazón de las queridas Naciones latinoamericanas bajo la advocación de Guadalupe. Feliz domingo.

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina

sábado, 13 de diciembre de 2008

Benedicto XVI presenta la ley natural como base de la ética universal



En su discurso a la Comisión Teológica Internacional

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 5 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).-

Benedicto XVI considera que es necesario redescubrir el valor de la ley moral natural para poder poner los cimientos de la auspiciada ética universal

Así lo explicó este viernes al recibir en audiencia a los miembros de la Comisión Teológica Internacional, que en su asamblea de esta semana han dado pasos casi definitivos para la redacción de un documento sobre el argumento.

El estudio llevará por título "En búsqueda de una ética universal. Nueva mirada sobre la ley natural".

Como reveló al Papa en la audiencia el arzobispo Luis Francisco Ladaria Ferrer S.I., secretario general de la Comisión, ha sido aprobado por la asamblea, aunque todavía quedan aprobaciones necesarias antes de su publicación.

Benedicto XVI, en su discurso, insistió en "la necesidad y urgencia, en el contexto actual, de crear en la cultura y en la sociedad civil y política las condiciones indispensables para una plena conciencia sobre el valor irrenunciable de la ley moral natural".

"Gracias también al estudio que habéis emprendido sobre este argumento fundamental, quedará claro que la ley natural constituye la verdadera garantía ofrecida a cada uno para vivir libremente y en respeto de su dignidad de persona, y para sentirse defendido de cualquier manipulación ideológica y de todo abuso perpetrado en virtud de la ley del más fuerte", dijo el Santo Padre.

Según el obispo de Roma, "en un mundo conformado por las ciencias naturales, el concepto metafísico de ley natural está casi ausente, incomprensible".

"Al ver esta importancia fundamental para nuestras sociedades, para la vida humana, es necesario que se vuelva a plantear y dar a comprender, en el contexto de nuestro pensamiento este concepto: el ser mismo lleva en sí un mensaje moral y una indicación para los caminos del derecho".

Según explica el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 1954, "La ley natural expresa el sentido moral original que permite al hombre discernir mediante la razón lo que son el bien y el mal, la verdad y la mentira". En definitiva, los diez mandamientos.

El número 1956 del Catecismo, añade: "La ley natural, presente en el corazón de todo hombre y establecida por la razón, es universal en sus preceptos, y su autoridad se extiende a todos los hombres. Expresa la dignidad de la persona y determina la base de sus derechos y sus deberes fundamentales".

En actuación de la propuesta hecha por la primera asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos, el Papa Pablo VI, el 11 de abril de 1969 instituyó, en conexión con la Congregación para la Doctrina de la Fe, la Comisión Teológica Internacional.

La función de la Comisión es ayudar a la Santa Sede y especialmente a la Congregación para la Doctrina de la Fe a examinar cuestiones doctrinales de mayor importancia.

Presidente de la Comisión es el cardenal William Joseph Levada. La Comisión se compone de teólogos de diversas escuelas y naciones, eminentes por ciencia y fidelidad al Magisterio de la Iglesia.

Los miembros -no más de 30-- son nombrados por el Santo Padre por cinco años (se concluye ahora el último quinquenio) a propuesta del cardenal prefecto de la Congregación y tras consulta con las Conferencias Episcopales.

La Comisión se reúne en asamblea plenaria al menos una vez al año, pero puede desarrollar su actividad también por medio de subcomisiones. Los resultados de los estudios son presentados al Santo Padre y entregados para su oportuna utilización a la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Por Jesús Colina


domingo, 7 de diciembre de 2008

El Papa propone a los jóvenes poner a Jesús en el centro de su vida


En preparación a la solemnidad de Cristo Rey

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 19 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).-

Poner a Cristo en el centro de la vida. Este es el consejo que dejó Benedicto XVI este miércoles, al concluir la audiencia general en particular a los chicas y chicos presentes en la plaza de San Pedro del Vaticano.

Antes de despedirse de los miles de peregrinos el Santo Padre dirigió un saludo particular a los jóvenes, los enfermos y los recién casados.

Comenzó recordando que "el próximo domingo, último del tiempo ordinario, celebraremos la solemnidad de Cristo, Rey del Universo".

"Queridos jóvenes --exhortó--, poned a Jesús en el centro de vuestra vida y recibiréis de él luz y valentía", dijo.

"Cristo, que hizo de la Cruz un trono regio, os enseñe a vosotros, queridos enfermos --siguió diciendo-- a comprender el valor redentor del sufrimiento vivido en unión con Él".

Por último, dirigiéndose a los recién casados, venidos al Vaticano con su traje de bodas, les deseó "reconocer la presencia del Señor en vuestro camino familiar".

La fiesta de Cristo Rey fue instituida en 1925 por el papa Pío XI, que la fijó en el domingo anterior a la solemnidad de todos los santos, como respuesta al avance del ateísmo y la secularización, según escribió en la encíclica "Quas primas".

El Papa Pablo VI, en 1970, quiso destacar más el carácter cósmico y escatológico del reinado de Cristo. La fiesta se convirtió en la de Cristo "Rey del Universo" y se fijó en el último domingo del año litúrgico.



martes, 2 de diciembre de 2008

Benedicto XVI: el Adviento, tiempo de santidad



El Papa clausuró ayer en Roma el Año Jubilar de san Lorenzo

ROMA, lunes 1 de diciembre de 2008 (ZENIT.org).-

Con una invitación a todos los cristianos a vivir el Adviento como un "tiempo de santidad", Benedicto XVI clausuró este domingo en la Basílica romana de San Lorenzo Extramuros el Año jubilar convocado para conmemorar el 1750 aniversario del martirio de este diácono de origen español, muy venerado en Roma desde la Antigüedad.

El Papa presentó al santo como modelo para este tiempo de Adviento: "nos repite que la santidad, es decir, el salir al encuentro de Cristo que viene continuamente a visitarnos, no pasa de moda, al contrario, con el paso del tiempo resplandece de modo luminoso y manifiesta la perenne tensión del hombre hacia Dios".

El pontífice aprovechó la homilía para explicar que el Adviento no sólo es "preparación para la Navidad" sino que su "significado es más profundo" y "nos proyecta ya hacia la venida gloriosa del Señor, al final de la historia".

"Adviento significa por tanto hacer memoria de la primera venida del Señor en la carne, pensando ya en su vuelta definitiva y, al mismo tiempo, significa reconocer que Cristo presente entre nosotros se hace nuestro compañero de viaje en la vida de la Iglesia que celebra este misterio", explicó.

La conciencia de la próxima venida del Señor, según el Papa, "debería ayudarnos a ver el mundo con ojos distintos, a interpretar los distintos acontecimientos de la vida y de la historia como palabras que Dios nos dirige, como signos de su amor que nos aseguran su cercanía en cada situación".

Velar "significa seguir al Señor, elegir lo que Él ha elegido, amar lo que Él ha amado, conformar la propia vida a la suya; velar comporta transcurrir carda momento de nuestro tempo en el horizonte de su amor sin dejarnos abatir por las inevitables dificultades y problemas cotidianos".

"Así lo hizo san Lorenzo, así debemos hacer nosotros", añadió el Papa.

San Lorenzo Extramuros, una basílica singular

El Santo Padre repasó la historia antigua e inmediata de esta basílica romana, erigida por el emperador Constantino en honor de san Lorenzo, y en cuyo interior están sepultados el Papa Pío IX y el conocido político cristiano Alcide De Gasperi, uno de los constructores de la Unión Europea tras la segunda Guerra Mundial.

De hecho, antes de la celebración, el Papa entró un momento en el hipogeo para orar ante la tumba de su predecesor, y se detuvo unos minutos ante los restos de De Gasperi.

Tuvo un recuerdo especial para el Papa Pío XII, quien durante los bombardeos sufridos por la basílica durante ese conflicto protagonizó una de las imágenes más conocidas de la guerra al salir personalmente a visitar a los afectados entre las ruinas.

"Nunca podrá borrase de la memoria de la historia el gesto generoso llevado a cabo en aquella ocasión por mi venerado predecesor, que corrió a socorrer y consolar a la población duramente afectada, entre las ruinas aún humeantes", afirmó el Papa Benedicto XVI.

También se refirió a la peculiaridad de esta basílica, que custodia desde 1885 uno de los cementerios más antiguos de Roma, en el "Agro Verano", y donde están sepultados entre otros los papas Zósimo, Sixto III e Hilario.

De hecho, aludiendo a los muchos funerales que en ella se celebran, el Papa explicó que "el pensamiento de la presencia de Cristo y de su vuelta cierta al final de los tiempos, es muy significativo en esta Basílica".

Por Inma Álvarez