sábado, 29 de abril de 2017

«No tengáis miedo a amar a todos, a amigos y enemigos»

Multitudinaria misa del Papa en Egipto: «No tengáis miedo a amar a todos, a amigos y enemigos»
El Papa animó a los católicos egipcios a mirar adelante y hacer el bien a todos, "amigos y enemigos"
 
 
 En su segundo y último día de visita a Egipto, el Papa celebró el acto central con los católicos del país con una multitudinaria misa en el estadio de la aeronáutica militar de El Cairo en la que participaron decenas de miles de personas, entre ellas muchos coptos ortodoxos e incluso musulmanes.

Durante la homilía de una Eucaristía marcada por los símbolos cristianos de Oriente el Papa pidió a los católicos regresar a casa con alegría y les invitó a no tener miedo “a abrir vuestro corazón a la luz del Resucitado” y así “transforme vuestras incertidumbres en fuerza positiva para vosotros y para los demás”.

"El amor es la fuerza y el tesoro del creyente"
 
De este modo, Francisco les animó: “no tengáis miedo a amar a todos, amigos y enemigos, porque el amor es la fuerza y el tesoro del creyente”.

A lo largo de su homilía en la que explicó el pasaje del Evangelio en el que se habla de los discípulos de Emaús Francisco centró su predicación en tres palabras: vida, muerte y resurrección.
 
Francisco recordó como el encuentro con el Resucitado transformó la vida de estos discípulos haciendo “fecunda cualquier esterilidad”. “La experiencia de los discípulos de Emaús nos enseña que de nada sirve llenar de gente los lugares de culto si nuestros corazones están vacíos del temor de Dios y de su presencia; de nada sirve rezar si nuestra oración que se dirige a Dios no se transforma en amor hacia el hermano; de nada sirve tanta religiosidad si no está animada al menos por igual fe y caridad; de nada sirve cuidar las apariencias, porque Dios mira el alma y el corazón y detesta la hipocresía”. Según el Papa, “para Dios, es mejor no creer que ser un falso creyente, un hipócrita”.

Qué es la verdadera fe
 
El Papa dijo que la “verdadera fe” da “la valentía de perdonar a quien nos ha ofendido, de ayudar a quien ha caído; a vestir al desnudo; a dar de comer al que tiene hambre, a visitar al encarcelado; a ayudar a los huérfanos; a dar de beber al sediento; a socorrer a los ancianos y a los necesitados”.

Por ello, insistía en que “la verdadera fe es la que nos lleva a proteger los derechos de los demás, con la misma fuerza y con el mismo entusiasmo con el que defendemos los nuestros. En realidad, cuanto más se crece en la fe y más se conoce, más se crece en la humildad y en la conciencia de ser pequeño”.



Cuando el hombre se "auto paraliza"
 
Sobre la muerte, Francisco explicó hasta qué punto la muerte de Jesús desorientó  a los discípulos y advirtió de que en muchas ocasiones el hombre “se auto paraliza, negándose a superar su idea de Dios, de un dios creado a imagen y semejanza del hombre”.

“Cuantas veces se desespera, negándose a creer que la omnipotencia de Dios no es la omnipotencia de la fuerza o de la autoridad, sino solamente la omnipotencia del amor, del perdón y de la vida”, agregó.

Jesús transforma la "desesperación en vida"
 
La resurrección fue la última de las tres palabras en las que giró su homilía. Jesús transforma “la desesperación en vida” porque “cuando se desvanece la esperanza humana comienza a brillar la divina”, dijo el Santo Padre.
 
 “Cuando el hombre toca fondo en su experiencia de fracaso y de incapacidad, cuando se despoja de la ilusión de ser el mejor, de ser autosuficiente, de ser el centro del mundo, Dios le tiende la mano para transformar su noche en amanecer, su aflicción en alegría, su muerte en resurrección, su camino de regreso en retorno a Jerusalén, es decir en retorno a la vida y a la victoria de la Cruz”.

Y por último indicó que “quien no pasa a través de la experiencia de la cruz, hasta llegar a la Verdad de la resurrección, se condena a sí mismo a la desesperación. De hecho, no podemos encontrar a Dios sin crucificar primero nuestra pobre concepción de un dios que sólo refleja nuestro modo de comprender la omnipotencia y el poder”.
 
VER COMPLETO:   http://www.religionenlibertad.com/multitudinaria-misa-del-papa-egipto-tengais-miedo-amar-56483.htm
 
 
29 abril 2017
 
 
 

domingo, 16 de abril de 2017

Domingo de Pascua 2017





En distintos momentos advierte Jesús que aceptar su doctrina reclama la virtud de la fe por parte de sus discípulos. Lo recuerda de modo especial a sus Apóstoles; a aquellos que escogió para que, siguiéndole más de cerca todos los días, vivieran para difundir su doctrina. Serían responsables de esa tarea, de modo especial, a partir de su Ascensión a los cielos, a partir del momento en que ya no le vería la gente, ni ellos contarían con su presencia física, ni con sus palabras, ni con la fuerza persuasiva de sus milagros. Metidos de lleno en la Pascua –tiempo de alegría porque consideramos la vida gloriosa a la que Dios nos ha destinado–, meditamos en la virtud de la fe, le decimos al Señor como los Apóstoles: auméntanos la fe: concédenos un convencimiento firme, inmutable de tu presencia entre nosotros y, por ello, de tu victoria, por el auxilio que nos has prometido. Que nos apoyemos en tu palabra, Señor, ya que son las tuyas palabras de vida eterna. Así lo declaró Pedro, cabeza de los Apóstoles, cuando bastantes dudaron y se alejaron: ¿A quién iremos? –afirmó, en cambio, el Príncipe de los Apóstoles– Tú tienes palabras de vida eterna. A poco de haber convivido con Jesús, todos comprendían que merecía un asentimiento de fe. Si tuvierais fe... Creed..., les animaba el Señor. Era necesario, sin embargo, afirmar su enseñanza expresamente, recordarla y establecerla como criterio básico de comportamiento. Era fundamental tener muy claro que si podían estar seguros, al declarar su doctrina infalible e inefable, era por ser doctrina de Jesucristo: el Hijo de Dios encarnado. Todos fueron testigos de los mismos milagros y escucharon las mismas palabras, con idéntica autoridad, con el mismo afán de entrega por todos; y, sin embargo, solamente Pedro es capaz de confesar expresamente la fe que Jesús merece: ¿A quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna, delara el Apostol y Jesús confirma. Y lo que es de Dios, es para siempre: el Cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán, nos aseguró. Queremos tener un convencimiento como el que espera Jesús, como ese que echa de menos en los dos Apóstoles que hoy nos presenta san Lucas, desencantados –con motivo, podríamos pensar– porque habían sido testigos de lo que consideraban el fracaso de Cristo: en quien confiaban, había sido finalmente derrotado. Jesús había muerto, como uno más, a pesar de sus muchos milagros anteriores, a pesar de que tantas veces había escapado incólume de unos y de otros, a pesar de aquella majestad que le era connatural y que había admirado a todos. Con su muerte, sin embargo, todo lo anterior quedaba en entredicho y el desencanto bloqueaba a los suyos y hacía felices a sus adversarios. Pero hoy, por el contrario, se nos presenta Jesús glorioso y vivo como nunca. Con una vida definitivamente inmortal. Esa vida humana y para la eternidad, a la que nos llama reclamando nuestra fe: nuestro asentimiento incondicionado interior y exteriormente; es decir, también con nuestra conducta, con obras que manifiesten nuestra adhesión y confianza en Dios. Son las obras y la conducta de aquellos dos, una vez convencidos de la resurrección. A pesar de la hora y del desánimo de un rato antes, vuelven a Jerusalén porque es preciso hacer justicia al Señor y a su doctrina. No hay tiempo que perder. En un momento, han recobrado el ánimo; y la presencia de los otros Apóstoles reunidos, que también sabían ya por la aparición a Pedro de Jesús resucitado, se lo confirma. Con los Doce está María, la madre de Jesús y Madre nuestra, que persevera en oración junto a los discípulos de su Hijo. Ella, que recibió la alabanza de su prima Isabel: bienaventurada tú que has creído..., nos conducirá, si se lo pedimos, a una fe inconmovible para vivir de las verdades que nos ha manifestado Cristo; las únicas que conducen a la intimidad de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo: la vida a la que nos llama Nuestro Padre Dios en Cristo.

viernes, 14 de abril de 2017

Vía Crucis narrado por JESÚS 2017




Este Vía Crusis es narrado por JESÚS; dejando una breve reflexión en cada una de las estaciones (EL TEXTO ES FICCIÓN)

sábado, 8 de abril de 2017

Dios es siempre fiel a su alianza






Dios es siempre fiel a su alianza. Fue fiel con Abraham y con la salvación prometida en su Hijo Jesús. Lo dijo el Papa Francisco en la homilía de este 6 de abril en Casa Santa Martha. El Papa Francisco exhorta a detenerse hoy, por diez minutos y pensar en la propia historia para descubrir la belleza del amor de Dios, aún en las pruebas. Abraham, al centro de la liturgia del día, es la figura en torno a la cual se desarrolla la homilía del Papa. En la Primera Lectura se narra, de hecho, la alianza que Dios hizo con Abraham, llamado “padre” por Jesús y por los fariseos, en el Evangelio de hoy, porque el él quien comenzó a generar a este pueblo que hoy es la Iglesia. Abraham, confía, obedece, cuando es llamado a salir a otra tierra que recibiría como herencia.


sábado, 1 de abril de 2017

Los ídolos nos esclavizan





Estar atentos para no perseguir fantasías y falsos ídolos, sólo Dios nos ama como un padre y nos espera siempre. Lo subrayó el Santo Padre Francisco en su homilía de la Misa matutina este 30 de marzo en Casa Santa Martha. Al comentar la Primera Lectura, tomada del Libro del Éxodo, el Pontífice se refirió al amor de Dios por su pueblo, a pesar de su infidelidad. Mientras, también hoy – dijo el Papa – nos hará bien preguntarnos si nos alejamos del Señor para perseguir a los ídolos y la mundanidad.