sábado, 26 de octubre de 2013

Confesémonos ante Dios sin miedo





Pecado y reconciliación son los temas que trató el Papa en la homilía de la misa matutina del 25 de octubre. Algunos dicen: "Ah, yo me confieso con Dios". Pero es fácil, es como confesarte por e-mail, ¿no? Dios está allá, lejos, yo digo las cosas y no hay un cara a cara, no hay un a cuatro ojos. Pablo confiesa su debilidad a los hermanos cara a cara. Otros: "No, yo voy a confesarme", pero se confiesan cosas tan etéreas, tan en el aire, que no tienen ninguna concreción. Y eso es lo mismo que no hacerlo. Confesar nuestros pecados no es ir a una sesión de psiquiatría, ni siquiera ir a una sala de tortura: es decir al Señor: "Señor soy pecador", pero decirlo a través del hermano, para que este decir sea t ...

sábado, 19 de octubre de 2013

Religiosos ancianos son “verdaderos santuarios de la santidad”





VATICANO, 18 Oct. 13 / 04:33 pm (ACI).-
El Papa Francisco se refirió este viernes en su Misa diaria en la capilla de la Casa Santa Marta a los sacerdotes y religiosas ancianos que culminan sus vidas en casas de reposo, muchas veces en soledad, y los exaltó al considerarlos, por su entrega y testimonio, “verdaderos santuarios de santidad” y pidió a los fieles no abandonarlos.
El Papa Francisco reflexionó sobre las figuras de Moisés, Juan el Bautista y San Pablo. Destacó en su homilía que a ninguno de ellos se les ahorró las angustias, y sin embargo, el Señor no los abandonó nunca. Inició las lecturas del día comentando la vida apostólica y el ocaso del Apóstol de los gentiles.
“Al comienzo de la vida apostólica –observó– los discípulos eran jóvenes y fuertes y también los demonios huían ante su predicación. La primera lectura nos muestra, sin embargo, a san Pablo al final de su vida. Es el ocaso del Apóstol”.
“El Apóstol tuvo un comienzo gozoso, entusiasta… pero a nosotros tampoco se nos ahorrará el ocaso”, añadió, para luego presentar los ejemplos de Moisés, Juan Bautista y Pablo: “Moisés es el que conduce al Pueblo de Dios, valiente para salvar a su pueblo… pero al final está solo, en el monte Nebo, mirando la Tierra Prometida, sin que se le permita entrar en ella. No podía entrar en la promesa. Y a Juan el Bautista tampoco se le privó de las angustias en los últimos momentos”.
“Esto es lo mejor del Apóstol –subrayó–, que con su vida hace lo que Juan Bautista decía: ‘Es necesario que Él crezca y que yo disminuya’. El Apóstol es el que da la vida para que el Señor crezca. Y al final es así: como Pedro, frente a la promesa: ‘Cuando seas viejo te llevarán donde tú no quieras ir’”.
El Santo Padre confesó que al meditar este pasaje le vienen al corazón el recuerdo de aquellos “santuarios de apostolicidad y de santidad” que son las casas de reposo de los sacerdotes y de las religiosas: “Valientes sacerdotes y religiosas, mayores ya, con el peso de la soledad, esperan que el Señor venga a llamar a la puerta de sus corazones. Estos son verdaderos santuarios de apostolicidad y de santidad que tenemos en la Iglesia. ¡No los abandonemos, eh!”.
Luego, animó a preguntarse: “¿Nosotros los cristianos tenemos la voluntad de hacer una visita, una verdadera peregrinación, a estos santuarios de santidad y de apostolicidad, que son las casas de reposo de los sacerdotes y de las religiosas? En las casas de reposo, estas religiosas y estos sacerdotes esperan al Señor como lo hizo Pablo: un poco tristes, es verdad, pero también con una cierta paz, con el rostro alegre”.
“Nos haría bien a todos nosotros –concluyó– pensar en esta etapa de la vida que es el ocaso del Apóstol y rezar al Señor para que custodie a los que están en el momento de desprendimiento final, para decir una última vez ‘Sí, Señor, ¡quiero seguirte!’ ”.

domingo, 6 de octubre de 2013

San Francisco enséñanos a ser instrumentos de la paz




"Desde esta Ciudad de la paz, repito con la fuerza y mansedumbre del amor: respetemos la creación, no seamos instrumentos de destrucción". Nuevo llamamiento del Papa Francisco, en Asís cerca de la tumba de San Francisco: que cesen los conflictos armados que ensangrientan la tierra, callen las armas y en todas partes el odio ceda el puesto al amor, la ofensa al perdón y la discordia a la unión. Escuchemos el grito de los que lloran, sufren y mueren por la violencia, el terrorismo o la guerra, en Tierra Santa, tan amada por san Francisco, en Siria, en todo Oriente Medio, en el mundo. En la Misa ante miles de personas, el Papa recordó que el santo, cuyo nombre eligió, supo revestirse de Jesús, que el "C ...