martes, 26 de abril de 2011

Mensaje de Pascua de Benedicto XVI


“En tu resurrección, Señor, se alegren los cielos y la tierra”


CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 24 abril 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje de Pascua que Benedicto XVI dirigió desde el balcón central de la Basílica de San Pedro del Vaticano a mediodía del Domingo de Resurrección.


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In resurrectione tua, Christe, coeli et terra laetentur. En tu resurrección, Señor, se alegren los cielos y la tierra (Lit. Hor.)

Queridos hermanos y hermanas de Roma y de todo el mundo:

La mañana de Pascua nos ha traído el anuncio antiguo y siempre nuevo: ¡Cristo ha resucitado! El eco de este acontecimiento, que surgió en Jerusalén hace veinte siglos, continúa resonando en la Iglesia, que lleva en el corazón la fe vibrante de María, la Madre de Jesús, la fe de la Magdalena y las otras mujeres que fueron las primeras en ver el sepulcro vacío, la fe de Pedro y de los otros Apóstoles.

Hasta hoy -incluso en nuestra era de comunicaciones supertecnológicas- la fe de los cristianos se basa en aquel anuncio, en el testimonio de aquellas hermanas y hermanos que vieron primero la losa removida y el sepulcro vacío, después a los mensajeros misteriosos que atestiguaban que Jesús, el Crucificado, había resucitado; y luego, a Él mismo, el Maestro y Señor, vivo y tangible, que se aparece a María Magdalena, a los dos discípulos de Emaús y, finalmente, a los once reunidos en el Cenáculo (cf. Mc 16,9-14).

La resurrección de Cristo no es fruto de una especulación, de una experiencia mística. Es un acontecimiento que sobrepasa ciertamente la historia, pero que sucede en un momento preciso de la historia dejando en ella una huella indeleble. La luz que deslumbró a los guardias encargados de vigilar el sepulcro de Jesús ha atravesado el tiempo y el espacio. Es una luz diferente, divina, que ha roto las tinieblas de la muerte y ha traído al mundo el esplendor de Dios, el esplendor de la Verdad y del Bien.

Así como en primavera los rayos del sol hacen brotar y abrir las yemas en las ramas de los árboles, así también la irradiación que surge de la resurrección de Cristo da fuerza y significado a toda esperanza humana, a toda expectativa, deseo, proyecto. Por eso, todo el universo se alegra hoy, al estar incluido en la primavera de la humanidad, que se hace intérprete del callado himno de alabanza de la creación. El aleluya pascual, que resuena en la Iglesia peregrina en el mundo, expresa la exultación silenciosa del universo y, sobre todo, el anhelo de toda alma humana sinceramente abierta a Dios, más aún, agradecida por su infinita bondad, belleza y verdad.

"En tu resurrección, Señor, se alegren los cielos y la tierra". A esta invitación de alabanza que sube hoy del corazón de la Iglesia, los "cielos" responden al completo: La multitud de los ángeles, de los santos y beatos se suman unánimes a nuestro júbilo. En el cielo, todo es paz y regocijo. Pero en la tierra, lamentablemente, no es así. Aquí, en nuestro mundo, el aleluya pascual contrasta todavía con los lamentos y el clamor que provienen de tantas situaciones dolorosas: miseria, hambre, enfermedades, guerras, violencias. Y, sin embargo, Cristo ha muerto y resucitado precisamente por esto. Ha muerto a causa de nuestros pecados de hoy, y ha resucitado también para redimir nuestra historia de hoy. Por eso, mi mensaje quiere llegar a todos y, como anuncio profético, especialmente a los pueblos y las comunidades que están sufriendo un tiempo de pasión, para que Cristo resucitado les abra el camino de la libertad, la justicia y la paz.

Que pueda alegrarse la Tierra que fue la primera en quedar inundada por la luz del Resucitado. Que el fulgor de Cristo llegue también a los pueblos de Oriente Medio, para que la luz de la paz y de la dignidad humana venza a las tinieblas de la división, del odio y la violencia. Que, en Libia, la diplomacia y el diálogo ocupen el lugar de las armas y, en la actual situación de conflicto, se favorezca el acceso a las ayudas humanitarias a cuantos sufren las consecuencias de la contienda. Que, en los Países de África septentrional y de Oriente Medio, todos los ciudadanos, y particularmente los jóvenes, se esfuercen en promover el bien común y construir una sociedad en la que la pobreza sea derrotada y toda decisión política se inspire en el respeto a la persona humana. Que llegue la solidaridad de todos a los numerosos prófugos y refugiados que provienen de diversos países africanos y se han viso obligados a dejar sus afectos más entrañables; que los hombres de buena voluntad se vean iluminados y abran el corazón a la acogida, para que, de manera solidaria y concertada se puedan aliviar las necesidades urgentes de tantos hermanos; y que a todos los que prodigan sus esfuerzos generosos y dan testimonio en este sentido, llegue nuestro aliento y gratitud.

Que se recomponga la convivencia civil entre las poblaciones de Costa de Marfil, donde urge emprender un camino de reconciliación y perdón para curar las profundas heridas provocadas por las recientes violencias. Y que Japón, en estos momentos en que afronta las dramáticas consecuencias del reciente terremoto, encuentre alivio y esperanza, y lo encuentren también aquellos países que en los últimos meses han sido probados por calamidades naturales que han sembrado dolor y angustia.

Se alegren los cielos y la tierra por el testimonio de quienes sufren contrariedades, e incluso persecuciones a causa de la propia fe en el Señor Jesús. Que el anuncio de su resurrección victoriosa les infunda valor y confianza.

Queridos hermanos y hermanas. Cristo resucitado camina delante de nosotros hacia los cielos nuevos y la tierra nueva (cf. Ap 21,1), en la que finalmente viviremos como una sola familia, hijos del mismo Padre. Él está con nosotros hasta el fin de los tiempos. Vayamos tras Él en este mundo lacerado, cantando el Aleluya. En nuestro corazón hay alegría y dolor; en nuestro rostro, sonrisas y lágrimas. Así es nuestra realidad terrena. Pero Cristo ha resucitado, está vivo y camina con nosotros. Por eso cantamos y caminamos, con la mirada puesta en el Cielo, fieles a nuestro compromiso en este mundo.

Feliz Pascua a todos.

[Traducción distribuida por la Santa Sede]

domingo, 24 de abril de 2011

La Fe en el resucitado



Este domingo, que cierra la octava de Pascua, suele llamarse "in albis", es decir, de las vestiduras blancas que habían llevado los nuevos bautizados durante toda la semana. Todos cristianos de ayer o desde hace mucho tiempo, somos de alguna manera "recién nacidos", tenemos la necesidad de comprender mejor "que el bautismo nos ha purificado, que el Espíritu nos ha hecho renacer y que la sangre nos ha redimido", como reza la Oración colecta de la Misa.

El relato de la aparición de Cristo a los diez apóstoles y luego a Santo Tomás, muestra aquí su luz y su certeza, a la vez que expresa por boca del mismo Tomás la fe de todas las generaciones cristianas: "Señor mío y Dios mío". Debemos pensar que los cristianos muchas veces, como los Apóstoles, estamos encerrados por el miedo a los hombres y unidos por la muerte. Es necesario que venga y se aparezca Cristo, que abra puertas y ventanas, para que salgamos a testimoniar la fe pascual, a proclamar que con la resurrección el futuro se ha hecho presente.

Este futuro nuestro es cuestión de fe, no de evidencia. Por eso es necesario superar un concepto táctil y comprobador de tener que meter las manos para estar seguros de lo que creemos.

Andrés Pardo

www.mercaba.org

sábado, 16 de abril de 2011

Religión es arma auténtica para la paz que no debe ser marginada, dice el Papa


VATICANO, 16 Abr. 11 / 06:42 am (ACI/EWTN Noticias)

Al recibir esta mañana (hora local) las cartas credenciales de la nueva Embajadora de España ante la Santa Sede, María Jesús Figa López-Palop, el Papa Benedicto XVI resaltó que no se debe marginar a la religión de la sociedad, con burlas, denigración o discriminación, pues ella constituye un "arma auténtica para la paz".

En su discurso en español en el día en que cumple 84 años de edad, el Santo Padre dijo que "en vez de vivir y organizar la sociedad de tal manera que favorezca la apertura a la trascendencia, no faltan formas, a menudo sofisticadas, de hostilidad contra la fe, que se expresan a veces renegando de la historia y de los símbolos religiosos, en los que se reflejan la identidad y la cultura de la mayoría de los ciudadanos".

"El que en ciertos ambientes se tienda a considerar la religión como un factor socialmente insignificante, e incluso molesto, no justifica el tratar de marginarla, a veces mediante la denigración, la burla, la discriminación e incluso la indiferencia ante episodios de clara profanación, pues así se viola el derecho fundamental a la libertad religiosa inherente a la dignidad de la persona humana, y que es un arma auténtica de la paz, porque puede cambiar y mejorar el mundo".

Benedicto XVI explicó luego que la Iglesia siempre cuida los derechos fundamentales de toda persona "en diálogo franco con todos los que contribuyen a que sean efectivos y sin reducciones. Vela por el derecho a la vida humana desde su comienzo a su término natural, porque la vida es sagrada y nadie puede disponer de ella arbitrariamente".

La Iglesia, prosiguió, "vela por la protección y ayuda a la familia, y aboga por medidas económicas, sociales y jurídicas para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia tengan el apoyo necesario para cumplir su vocación de ser santuario del amor y de la vida".

"Aboga también por una educación que integre los valores morales y religiosos según las convicciones de los padres, como es su derecho, y como conviene al desarrollo integral de los jóvenes. Y, por el mismo motivo, que incluya también la enseñanza de la religión católica en todos los centros para quienes la elijan, como está preceptuado en el propio ordenamiento jurídico".

El Papa también recordó su visita a Santiago de Compostela y Barcelona en noviembre del año pasado, destacando las raíces católicas de España y por ello la responsabilidad de trabajar conjuntamente con la Santa Sede por relaciones diplomáticas que promuevan el bien común "dentro de la legítima autonomía en sus respectivos campos" tanto "en la esfera pública como en la privada".

Benedicto XVI se refirió a la crisis económica actual y a la gran labor de caridad que cumple la Iglesia en medio de esta situación:

"Quisiera destacar con satisfacción la benemérita actuación que las instituciones católicas están llevando a cabo para acudir con presteza en ayuda de los más menesterosos, a la vez que hago votos para una creciente disponibilidad a la cooperación de todos en este empeño solidario".

Esta ayuda concreta, prosiguió, refleja la caridad cristiana que ve en el prójimo a un hijo de Dios "siempre necesitado de fraternidad, respeto y acogida en cualquier situación en que se encuentre" a quien la Iglesia le ofrece "algo que le es connatural y que beneficia a las personas y las naciones: ofrece a Cristo, esperanza que alienta y fortalece".

Cristo, dijo, se presenta así "como un antídoto a la decepción de otras propuestas fugaces y a un corazón carente de valores, que termina endureciéndose hasta el punto de no saber percibir ya el genuino sentido de la vida y el porqué de las cosas".

El Papa habló luego de su próximo viaje a España en agosto de este año para participar de la 26° Jornada Mundial de la Juventud que se realizará en Madrid, y expresó su cercanía para con los organizadores "que están preparando esmeradamente tan importante acontecimiento, con el anhelo de que dé abundantes frutos espirituales para la juventud y para España".

Finalmente el Santo Padre hizo votos "por el desempeño de la alta misión que le ha sido encomendada, para que las relaciones entre España y la Santa Sede se consoliden y progresen, a la vez que le aseguro el gran aprecio que tiene el Papa por las siempre queridas gentes de España".

sábado, 9 de abril de 2011

Purificar formas de piedad popular católica que generan confusión, alienta el Papa


VATICANO, 08 Abr. 11 / 10:51 am (ACI/EWTN Noticias)

Al recibir esta mañana en el Vaticano a los participantes de la plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, el Papa Benedicto XVI señaló que si bien existen ciertas formas de piedad popular que crean confusión y favorecen una práctica religiosa meramente exterior, ésta no debe ser dejada de lado sino purificada y evangelizada.

En su discurso en español el Santo Padre señaló que la piedad popular en América Latina es un tesoro muy valioso, pero "no se puede negar que existen ciertas formas desviadas de religiosidad popular que, lejos de fomentar una participación activa en la Iglesia, crean más bien confusión y pueden favorecer una práctica religiosa meramente exterior y desvinculada de una fe bien arraigada e interiormente viva".

La solución no pasa por excluirla, advirtió, pues hacerlo es "completamente erróneo. A través de ella, la fe ha entrado en el corazón de los hombres, formando parte de sus sentimientos, costumbres, sentir y vivir común".

"Ciertamente, la piedad popular tiene siempre que purificarse y apuntar al centro, pero merece todo nuestro aprecio, y hace que nosotros mismos nos integremos plenamente en el 'Pueblo de Dios'".

El Papa recordó luego que los obispos reunidos en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, celebrada en 2007 en Aparecida (Brasil), "presentan la piedad popular como un espacio de encuentro con Jesucristo y una forma de expresar la fe de la Iglesia".

"Por tanto, no puede ser considerada como algo secundario de la vida cristiana", y agregó que "la profunda religiosidad popular que caracteriza la vivencia de fe de los pueblos latinoamericanos constituye el precioso tesoro de la Iglesia Católica en América Latina, que ella debe proteger, promover y, en lo que fuera necesario, también purificar".

Para realizar la tarea de la nueva evangelización en América Latina, explicó el Papa, "no se pueden dejar de lado las múltiples demostraciones de la piedad popular".

"Todas ellas, bien encauzadas y debidamente acompañadas, propician un fructífero encuentro con Dios, una intensa veneración del Santísimo Sacramento, una entrañable devoción a la Virgen María, un cultivo del afecto al Sucesor de Pedro y una toma de conciencia de pertenencia a la Iglesia".

"Por consiguiente, la fe tiene que ser la fuente principal de la piedad popular, para que ésta no se reduzca a una simple expresión cultural de una determinada región. Más aún, tiene que estar en estrecha relación con la sagrada Liturgia, la cual no puede ser sustituida por ninguna otra expresión religiosa".

Benedicto XVI agradeció luego a los obispos por sus "valiosos aportes encaminados a proteger, promover y purificar todo lo relacionado con las expresiones de la religiosidad popular en América Latina".

Para alcanzar ese objetivo, resaltó, es necesario continuar impulsando la Misión Continental, "con la que el Episcopado latinoamericano ha querido relanzar el proceso de nueva evangelización después de Aparecida".

En esta tarea, concluyó, "ha de tener particular espacio todo lo que se refiere a este ámbito pastoral, que constituye una manera privilegiada para que la fe sea acogida en el corazón del pueblo, toque los sentimientos más profundos de las personas y se manifieste vigorosa y operante por medio de la caridad divina".

sábado, 2 de abril de 2011

Anuncio del Evangelio a jóvenes y a quienes lo desconocen, en intenciones del Papa para abril




VATICANO, 31 Mar. 11 / 10:57 am (ACI/EWTN Noticias)

La Oficina de Prensa de la Santa Sede dio a conocer hoy que en las intenciones del Papa Benedicto XVI para el mes de abril están el anuncio del Evangelio a los jóvenes y a quienes aún no lo conocen.

La intención del Apostolado de la Oración del Papa es: "para que por el anuncio creíble del Evangelio, la Iglesia sepa ofrecer a las nuevas generaciones razones siempre nuevas de vida y esperanza".

Su intención misionera es: "Para que los misioneros, mediante la proclamación del Evangelio y el testimonio de vida, sepan llevar a Cristo a los que aún no lo conocen".