domingo, 24 de abril de 2011

La Fe en el resucitado



Este domingo, que cierra la octava de Pascua, suele llamarse "in albis", es decir, de las vestiduras blancas que habían llevado los nuevos bautizados durante toda la semana. Todos cristianos de ayer o desde hace mucho tiempo, somos de alguna manera "recién nacidos", tenemos la necesidad de comprender mejor "que el bautismo nos ha purificado, que el Espíritu nos ha hecho renacer y que la sangre nos ha redimido", como reza la Oración colecta de la Misa.

El relato de la aparición de Cristo a los diez apóstoles y luego a Santo Tomás, muestra aquí su luz y su certeza, a la vez que expresa por boca del mismo Tomás la fe de todas las generaciones cristianas: "Señor mío y Dios mío". Debemos pensar que los cristianos muchas veces, como los Apóstoles, estamos encerrados por el miedo a los hombres y unidos por la muerte. Es necesario que venga y se aparezca Cristo, que abra puertas y ventanas, para que salgamos a testimoniar la fe pascual, a proclamar que con la resurrección el futuro se ha hecho presente.

Este futuro nuestro es cuestión de fe, no de evidencia. Por eso es necesario superar un concepto táctil y comprobador de tener que meter las manos para estar seguros de lo que creemos.

Andrés Pardo

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