sábado, 27 de noviembre de 2010

El Papa a los religiosos: sed “buscadores de Dios”

Audiencia en el Vaticano a los superiores y superioras generales



ROMA, viernes 26 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).-


Sed “buscadores de Dios” más allá de lo provisional y anunciad al mundo la belleza de la ve y lo “desconocido”: es el aliento dirigido hoy viernes por Benedicto XVI a los participantes en la Asamblea general semestral de la Unión de superiores generales (USG) y al Comité directivo de la Unión internacional de las Superioras generales (UISG) durante una audiencia en el Vaticano.

En los días pasados 160 miembros de la USG, que reúne a la casi totalidad de las órdenes y de las congregaciones religiosas masculinas, se reunió en Roma para reflexionar sobre el presente y el futuro de la vida consagrada en Europa.

En su discurso de saludo al Papa, el presidente de la USG, Pascual Chávez Villanueva, afirmó que para la vida consagrada este es “un tiempo difícil, en el que el contexto social y cultural no favorece la estima y la atención a una elección tan bella y comprometida: seguir al Señor Jesús a través de la práctica de los consejos evangélicos”.

“Hemos visto que el problema de la vida consagrada – explicó – es el de vivir su identidad 'profética', volviendo a ser significativa, valorando como un don también la 'minoridad', la pérdida de relevancia social o de significatividad, la 'invisibilidad': de hecho en la Europa actual somos poco conocidos, menos apreciados, pero no importa”.

Por ello, añadió, “la vida consagrada está llamada a un esfuerzo por recuperar una voz propia dentro de la sociedad europea. No es cuestión de fascinación, sino de fidelidad”. Y esto a través de un triple compromiso: “volver a encontrar la profundidad de la experiencia espiritual; construir comunidad donde se vive con alegría el don de la fraternidad; recuperar la centralidad de la misión y servirla con más transparencia”.

En su discurso, el Papa invitó a los religiosos a pasar “de las cosas secundarias a las esenciales, es decir a lo que es verdaderamente importante; buscáis lo definitivo, buscáis a Dios, mantenéis la mirada puesta en Él. Como los primeros monjes, cultiváis una orientación escatológica: detrás de lo provisional buscáis lo que permanece, es decir lo que no pasa”.

“¡Sed siempre buscadores apasionados y testigos de Dios!", exhortó Benedicto XVI recordando que “la renovación profunda de la vida consagrada parte de la centralidad de la Palabra de Dios,”.

Posteriormente, el Papa se refirió al fuerte descenso de las vocaciones religiosas, sobre todo en Europa.

Según cuanto recordó fray José Rodríguez Carballo, Ministro general de la Orden de los Frailes Menores, durante la asamblea, entre 1977 y 2005 los religiosos sacerdotes en Europa han pasado de 64.803 a 59.787; mientras en el mismo periodo los legos han disminuido de 24.460 a 19.574, y las religiosas, de 388.693 han pasado a 322.995.

“Es el Evangelio vivido cotidianamente – afirmó el Papa a propósito de esto - el elemento que da fascinación y belleza a la vida consagrada y la presenta ante el mundo como una alternativa viable. Esto necesita la sociedad actual, esto espera de vosotros la Iglesia: que seáis Evangelio vivo”.

A los religiosos, el Pontífice les pidió también no descuidar la fraternidad, sino reproponerla como “uno de los aspectos que más buscan los jóvenes” cuando se acercan a la vida religiosa, es “un elemento profético importante en una sociedad fuertemente individualista”.

Es necesario también, prosiguió, “un serio y constante discernimiento para reconocer lo que viene del Señor y lo que le es contrario”. “Sin el discernimiento, acompañado de la oración y de la reflexión, la vida consagrada corre el peligro de acomodarse a los criterios de este mundo: el individualismo, el consumismo, el materialismo; criterios que hacen disminuir la fraternidad y hacen perder fascinación y penetración a la misma vida consagrada”.

Finalmente, recordó a los religiosos su llamada “a llevar el Evangelio a todos, sin límites”. “Id, por tanto, y en fidelidad creativa haced vuestro el desafío de la nueva evangelización. Renovad vuestra presencia en los areópagos de hoy para anunciar, como hizo san Pablo en Atenas, al Dios 'desconocido'”.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Discurso del Papa al Comité para los Congresos Eucarísticos


La Eucaristía, misterio de unidad entre Dios y los hombres


CIUDAD DEL VATICANO, jueves 11 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy a los participantes en la asamblea plenaria del Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales.

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Señores cardenales,

venerados hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio,

queridos hermanos y hermanas,

Estoy contento de acogeros al concluir los trabajos de la Asamblea Plenaria del Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales. Os saludo cordialmente a cada uno de vosotros, en particular al presidente, el arzobispo monseñor Piero Marini, a quien doy las gracias por las corteses expresiones con las que ha introducido nuestro encuentro. Saludo a los Delegados Nacionales de las Conferencias Episcopales y, de modo especial, a la Delegación irlandesa, guiada por monseñor Diarmuid Martin, arzobispo de Dublín, ciudad en la que tendrá lugar el próximo Congreso Eucarístico Internacional, en junio de 2012. Vuestra Asamblea ha dedicado gran atención a este acontecimiento, que se inserta también en el programa de renovación de la Iglesia en Irlanda. El tema, "La Eucaristía, comunión con Cristo y entre nosotros”, recuerda la centralidad del Misterio eucarístico para el crecimiento de la vida de fe y para todo auténtico camino de renovación eclesial. La Iglesia, mientras va peregrinando por la tierra, es sacramento de unidad de los hombres con Dios y entre ellos (cfr Conc. Vat. II, Const. Dogm. Lumen gentium, 1). Para este fin, ha recibido al Palabra y los Sacramentos, sobre todo la Eucaristía, de la que "continuamente vive y crece" (ibid., 26) y en la que al mismo tiempo se expresa a sí misma.

El don de Cristo y de su Espíritu, que recibimos en la Eucaristía, cumple con plenitud sobreabundante los anhelos de unidad fraterna que se albergan el corazón humano, y al mismo tiempo los eleva muy por encima de la simple experiencia de la convivencia humana. Mediante la comunión con el Cuerpo de Cristo, la Iglesia va siendo cada vez más ella misma: misterio de unidad “vertical” y “horizontal” para todo el género humano. A los brotes de disgregación, que la experiencia cotidiana muestra tan arraigados en la humanidad a causa del pecado, se contrapone la fuerza generadora de unidad del Cuerpo de Cristo. La Eucaristía, formando continuamente a la Iglesia, crea también comunión entre los hombres.

Queridísimos, algunas felices circunstancias hacen más significativos los trabajos llevados a cabo en estos días y los acontecimientos futuros. La presente Asamblea cae en el 50° aniversario del Congreso Eucarístico de Munich de Baviera, que marcó un cambio en la comprensión de estos acontecimientos eclesiales, elaborando la idea de la statio orbis, que será retomada más tarde por el Ritual romano De sacra Communione et de cultu Mysterii eucharistici extra Missam. En esta Cumbre, como ha recordado monseñor Marini, tuve la alegría de participar personalmente, como joven profesor de teología. Además, el Congreso de Dublín de 2012 tendrá un carácter jubilar, de hecho será el 50°, y se celebrará además 50 años después de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, al que el tema hace referencia explícita recordando el capítulo 7 de la Constitución dogmática Lumen gentium.

Los Congresos Eucarísticos Internacionales tienen ya una larga historia en la Iglesia. Mediante la forma característica de la "statio orbis", ponen de relieve la dimensión universal de la celebración: de hecho, se trata siempre de una fiesta de la fe en torno a Cristo Eucarístico, el Cristo del sacrificio supremo por la humanidad, en la que participan los fieles no sólo de una Iglesia particular o de una nación, sino, en cuanto sea posible, de varios lugares del Orbe. Es la Iglesia la que se reúne en torno a su Señor y su Dios. Al respecto, es importante el papel de los Delegados nacionales. Estos están llamados a sensibilizar a sus respectivas Iglesias al acontecimiento del Congreso, sobre todo en el periodo de su preparación, para que fluyan de él frutos de vida y de comunión.

Tarea de los Congresos Eucarísticos, sobre todo en el contexto actual, es también el de dar una contribución peculiar a la nueva evangelización, promoviendo la evangelización mistagógica (cfr Exhort. ap. postsinod. Sacramentum caritatis, 64), que se realiza en la escuela de la Iglesia en oración, a partir de la liturgia y a través de la liturgia. Pero cada Congreso lleva consigo también una inspiración evangelizadora en el sentido más estrictamente misionero, tanto que el binomio Eucaristía-misión ha entrado a formar parte de las líneas maestras propuestas por la Santa Sede. La Mesa eucarística, mesa del sacrificio y de la comunión, representa así el centro difusor del fermento del Evangelio, fuerza propulsora para la construcción de la sociedad humana y prenda del Reino que viene. La misión de la Iglesia está en continuidad con la de Cristo: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo" (Jn 20,21). Y la Eucaristía es el trámite principal de esta continuidad misionera entre Dios Padre, el Hijo encarnado, y la Iglesia que camina en la historia, guiada por el Espíritu Santo.

Finalmente, una indicación litúrgico-pastoral. Dado que la celebración eucarística es el centro y el culmen de todas las diversas manifestaciones y formas de piedad, es importante que todo Congreso eucarístico sepa implicar e integrar, según el espíritu de a reforma conciliar, todas las expresiones del culto eucarístico "extra missam" que hunden sus raíces en la devoción popular, como también las asociaciones de fieles que a diverso título toman inspiración de la Eucaristía. Todas las devociones eucarísticas, recomendadas y animadas también por la Encíclica Ecclesia de Eucharistia (nn. 10; 47-52) y por la Exhortación post-sinodal Sacramentum caritatis, son armonizadas según una eclesiología eucarística orientada hacia la comunión. También en este sentido los Congresos eucarísticos son una ayuda a la renovación permanente de la vida eucarística de la Iglesia.

Queridos hermanos y hermanas, el apostolado eucarístico al que dedicáis vuestros esfuerzos es muy precioso, Perseverad en él con empeño y pasión, animando y difundiendo la devoción eucarística en todas sus expresiones. En la Eucaristía está encerrado el tesoro de la Iglesia, es decir, el mismo Cristo, que en la Cruz se inmoló por la salvación de la humanidad. Acompaño vuestro apreciado servicio con la seguridad de mi oración, por intercesión de María Santísima, y con la Bendición Apostólica, que de corazón os imparto a vosotros, a vuestros seres queridos y a vuestros colaboradores.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez]

sábado, 13 de noviembre de 2010

Ser santos para comunicar el Evangelio con la propia vida, exhorta el Papa Benedicto XVI


VATICANO, 13 Nov. 10 / 08:25 am (ACI)

En la audiencia concedida a los participantes del Pontificio Consejo para la Cultura que celebran su asamblea plenaria bajo el lema "Cultura de la comunicación y nuevos lenguajes", el Papa Benedicto XVI resaltó que "necesitamos hombres y mujeres que hablen con su vida, que sepan comunicar el Evangelio, con claridad y coraje, con la transparencia de las acciones, con la pasión alegre de la caridad".

En su discurso el Santo Padre señaló que "hablar de comunicación y lenguaje significa, de hecho, no solo tocar uno de los puntos cruciales de nuestro mundo y sus culturas; sino que para nosotros los creyentes significa acercarse al misterio mismo de Dios que, en su bondad y sabiduría, ha querido revelarse y manifestar su voluntad a los hombres. En Cristo, Dios se ha revelado a nosotros como el Logos, que se nos comunica e interpela, poniendo las bases que fundan nuestra identidad y dignidad de personas humanas, amadas como hijos del único Padre".

Con esta asamblea plenaria, continuó el Papa, este Pontificio Consejo busca nuevas formas de anunciar el Evangelio, en atenta escucha del mundo globalizado que vive una transformación cultural, con nuevos lenguajes y nuevas formas de comunicación que generan nuevos y problemáticos modelos antropológicos.

En este contexto, prosigue, los Obispos y fieles advierten con preocupación algunas dificultades en la comunicación del mensaje evangélico y en la transmisión de la fe "al interior de la misma comunidad eclesial". Este problema, añade el Papa, se hace más grande cuando la "Iglesia se dirige a los hombres y mujeres alejados o indiferentes a una experiencia de fe, a quienes el mensaje evangélico alcanza de una manera poco eficaz y convincente". Ante ellos la Iglesia no permanece indiferente sino que busca nuevos modos de anuncio, nuevas formas de comunicación.

Tras advertir que la incapacidad del lenguaje para comunicar el sentido profundo y la belleza de la experiencia de fe "puede contribuir a la indiferencia de tantos, sobre todo jóvenes" y puede "convertirse en motivo de alejamiento", Benedicto XVI resaltó que la Iglesia "quiere dialogar con todos, en la búsqueda de la verdad, pero para que el diálogo y la comunicación sean eficaces y fecundos es necesario sintonizar una misma frecuencia, en ámbitos de encuentro amigables y sinceros, en aquel ideal ‘Patio de los Gentiles’ que he propuesto" y que este dicasterio busca presentar en la cultura europea.

"Hoy no pocos jóvenes, aturdidos por las infinitas posibilidades ofrecidas por las redes informáticas u otras tecnologías, establecen formas de comunicación que no contribuyen al crecimiento humano, pero que pueden generar el sentido de soledad. Ante tales fenómenos, he hablado de una emergencia educativa, un desafío al que se puede y se debe responder con inteligencia creativa, esforzándose en promover una comunicación humanizante que estimule el sentido crítico y la capacidad de valoración y discernimiento".

El Papa resaltó luego la infinita capacidad de la liturgia y su extraordinario patrimonio de símbolos, imágenes ritos y gestos y su tradición; para avanzar en esta comunicación, "hasta tocar profundamente la conciencia humana, el corazón y el intelecto. La tradición cristiana, entonces, siempre ha anexado a la liturgia el lenguaje del arte, cuya belleza tiene una particular fuerza comunicativa".

Ejemplo de esta fuerza, prosiguió, se ha visto el fin de semana pasado en Barcelona en la ahora Basílica de la Sagrada Familia, obra del arquitecto Antonio Gaudí, en donde se "conjugan genialmente el sentido de lo sagrado y la liturgia con formas artísticas tanto modernas como en sintonía con las mejores tradiciones arquitectónicas".

Sin embargo, precisó el Papa Benedicto XVI, más incisiva que el arte y las imágenes en la comunicación del mensaje evangélico "es la belleza de la vida cristiana. Al final, solo el amor es digno de fe y resulta creíble. La vida de los santos, de los mártires, muestra una singular belleza que fascina y atrae, porque una vida cristiana vivida en plenitud habla sin palabras. Necesitamos hombres y mujeres que hablen con su vida, que sepan comunicar el Evangelio, con claridad y coraje, con la transparencia de las acciones, con la pasión alegre de la caridad".

Finalmente el Papa recordó su peregrinaje a Santiago de Compostela y resaltó la alegría auténtica que experimentan quienes caminan hacia la verdad y la belleza, al encuentro con Dios, como hicieron en su momento los discípulos de Emaús viviendo la experiencia del ardor en el corazón al reconocer la voz del Señor.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Benedicto XVI a Europa: “Dios no es el enemigo del hombre”



“Es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa”


SANTIAGO DE COMPOSTELA, sábado 6 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).-


“Europa ha de abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo”, es el gran mensaje lanzado por el Papa Benedicto XVI en este viaje a Santiago de Compostela, reevocando aquel “Europa, sé tu misma”, de Juan Pablo II en este mismo lugar hace 18 años.

Ante las 7.000 personas que pudieron acceder a la Plaza del Obradoiro, y las casi 200.000, según estimaciones del Ayuntamiento de Santiago, que pudieron seguir la celebración a través de las maxipantallas dispuestas en varios puntos de la ciudad, el Papa quiso recordar que Dios “no es el enemigo del hombre”.

“Es una tragedia que en Europa, sobre todo en el siglo XIX, se afirmase y divulgase la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad”.

“Dios es el origen de nuestro ser y cimiento y cúspide de nuestra libertad; no su oponente”, subrayó el Papa. “¿Cómo es posible que se haya hecho silencio público sobre la realidad primera y esencial de la vida humana?”

“Los hombres no podemos vivir a oscuras, sin ver la luz del sol. Y, entonces, ¿cómo es posible que se le niegue a Dios, sol de las inteligencias, fuerza de las voluntades e imán de nuestros corazones, el derecho de proponer esa luz que disipa toda tiniebla?”, se preguntó el Papa.

Frente a un paganismo que propugna una visión de un Dios envidioso y contrario al hombre, afirmó, “es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa”.

Es necesario también que el nombre de Dios, “esa palabra santa no se pronuncie jamás en vano; que no se pervierta haciéndola servir a fines que le son impropios”.

“Es menester que se profiera santamente. Es necesario que la percibamos así en la vida de cada día, en el silencio del trabajo, en el amor fraterno y en las dificultades que los años traen consigo·.

Nueva evangelización

Por eso, el Papa subrayó que “la aportación específica y fundamental de la Iglesia a esa Europa, que ha recorrido en el último medio siglo un camino hacia nuevas configuraciones y proyectos” es “que Dios existe y que es Él quien nos ha dado la vida”.

“Solo Él es absoluto, amor fiel e indeclinable, meta infinita que se trasluce detrás de todos los bienes, verdades y bellezas admirables de este mundo; admirables pero insuficientes para el corazón del hombre”.

Europa, añadió el Papa, “ha de abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo, trabajar con su gracia por aquella dignidad del hombre que habían descubierto las mejores tradiciones: además de la bíblica, fundamental en este orden, también las de época clásica, medieval y moderna, de las que nacieron las grandes creaciones filosóficas y literarias, culturales y sociales de Europa”.

La cruz de los caminos de Santiago, afirmó, “supremo signo del amor llevado hasta el extremo, y por eso don y perdón al mismo tiempo, debe ser nuestra estrella orientadora en la noche del tiempo”.

“No dejéis de aprender las lecciones de ese Cristo de las encrucijadas de los caminos y de la vida, en el que nos sale al encuentro Dios como amigo, padre y guía”.

“¡Oh Cruz bendita, brilla siempre en tierras de Europa!”, exclamó Benedicto XVI.

A continuació, el Papa quiso advertir a Europa sobre el peligro de vivir a espaldas de Dios.

“Dejadme que proclame desde aquí la gloria del hombre, que advierta de las amenazas a su dignidad por el expolio de sus valores y riquezas originarios, por la marginación o la muerte infligidas a los más débiles y pobres”, afirmó. “No se puede dar culto a Dios sin velar por el hombre su hijo y no se sirve al hombre sin preguntarse por quién es su Padre y responderle a la pregunta por él”.

“La Europa de la ciencia y de las tecnologías, la Europa de la civilización y de la cultura, tiene que ser a la vez la Europa abierta a la trascendencia y a la fraternidad con otros continentes, al Dios vivo y verdadero desde el hombre vivo y verdadero”.

“Esto es lo que la Iglesia desea aportar a Europa: velar por Dios y velar por el hombre, desde la comprensión que de ambos se nos ofrece en Jesucristo”, concluyó el Papa.

Por eso, intimó a los cristianos a “seguir el ejemplo de los apóstoles, conociendo al Señor cada día más y dando un testimonio claro y valiente de su Evangelio”.

“No hay mayor tesoro que podamos ofrecer a nuestros contemporáneos”, subrayó el Papa a los presentes.

Espíritu de servicio

Para los discípulos que quieren seguir e imitar a Cristo, afirmó, “el servir a los hermanos ya no es una mera opción, sino parte esencial de su ser”.

El servicio que los cristianos están llamados a dar “no se mide por los criterios mundanos de lo inmediato, lo material y vistoso, sino porque hace presente el amor de Dios a todos los hombres y en todas sus dimensiones, y da testimonio de Él, incluso con los gestos más sencillos”.

Especialmente se dirigió a los jóvenes, invitándoles a seguir este camino, “para que, renunciando a un modo de pensar egoísta, de cortos alcances, como tantas veces os proponen, y asumiendo el de Jesús, podáis realizaros plenamente y ser semilla de esperanza”.

También tuvo palabras para los “jefes de los pueblos”, recordando que “donde no hay entrega por los demás surgen formas de prepotencia y explotación que no dejan espacio para una auténtica promoción humana integral”.

“Esto es lo que nos recuerda también la celebración de este Año Santo Compostelano. Y esto es lo que en el secreto del corazón, sabiéndolo explícitamente o sintiéndolo sin saber expresarlo con palabras, viven tantos peregrinos que caminan a Santiago de Compostela para abrazar al Apóstol”.

La barca de Santiago

También a esta nueva evangelización se refirió monseñor Julián Barrio durante su discurso de bienvenida al Papa, antes de comenzar la Eucaristía, recordando que en el Camino “surgen preguntas necesarias que buscan respuestas clarificadoras”.

“Jerusalén, Roma, Santiago… Rutas para el espíritu del ser humano, que se rebela a desaparecer bajo la asfixia del materialismo. Caminos para pensar y descubrir por qué razón venimos a este mundo. Sendas abiertas por las huellas de Dios, dando respuesta a la pregunta de por qué aún no somos plenamente felices en nuestra peregrinación terrena a pesar de intentarlo tantas veces”.

Por ello, subrayíó, es necesaria “la revitalización de nuestra fe; el ardor y el coraje de una nueva evangelización para anunciar a Cristo en fidelidad y con creatividad pastoral; la fuerza para seguir peregrinando”.

Es necesaria también, añadió, “la conversión porque hay heridas que sanar; la profundidad que nos rescate de la superficialidad anodina y anestesiada que nos distrae y nos hace olvidar que la Iglesia en su misión profética lleva el sello martirial, para ser testigo de Cristo crucificado y resucitado”.

Por último, el arzobispo quiso mostrar la cercanía al Papa de la Iglesia en Santiago con una bella imagen.

“Cuando salga a faenar por los mares del mundo en la barca de Pedro, recuerde que otra pequeña barca estará muy cerca: la de Santiago, atenta a cualquier señal que la de Pedro pueda hacernos para ayudarle como nos dice el relato evangélico”.

Por Inma Álvarez