En la vigilia del 20 de agosto de la JMJ 2011 en Cuatro Vientos
MADRID, viernes 26 de agosto de 2011 (ZENIT.org).-
Ofrecemos a continuación la oración con la que Benedicto XVI consagró a los jóvenes al Sagrado Corazón de Jesús el sábado 20 de agosto durante la vigilia de oración con los jóvenes de la JMJ en Cuatro Vientos, al final de la adoración y antes de la bendición.
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Señor Jesucristo,
Hermano, Amigo y Redentor del hombre,
mira con amor a los jóvenes aquí reunidos
y abre para ellos la fuente eterna
de tu misericordia
que mana de tu Corazón abierto en la Cruz.
Dóciles a tu llamada,
han venido para estar contigo y adorarte.
Con ardiente plegaria
los consagro a tu Corazón
para que, arraigados y edificados en ti,
sean siempre tuyos, en la vida y en la muerte.
¡Que jamás se aparten de ti!
Otórgales un corazón semejante al tuyo,
manso y humilde,
para que escuchen siempre tu voz
y tus mandatos,
cumplan tu voluntad
y sean en medio del mundo
alabanza de tu gloria,
de modo que los hombres,
contemplando sus obras,
den gloria al Padre con quien vives,
feliz para siempre,
en la unidad del Espíritu Santo
por los siglos de los siglos.
Amén.
Al finalizar el Via Crucis celebrado este viernes entre la Plaza de Colón y la Plaza de Cibeles en Madrid, el Papa Benedicto XVI alentó a los jóvenes participantes en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) a no pasar "de largo ante el sufrimiento humano".
Luego que 14 grupos distintos de jóvenes portaran la Cruz por las 14 estaciones o "pasos" del Via Crucis que mostraron hermosas y monumentales imágenes de distintas partes de España que suelen salir en procesión en Semana Santa, el Pontífice agradeció las reflexiones de las Hermanitas de la Cruz.
Estas reflexiones, dijo, "nos han facilitado adentrarnos en el misterio de la Cruz gloriosa de Cristo, que contiene la verdadera sabiduría de Dios, la que juzga al mundo y a los que se creen sabios".
El Via Crucis fue acompañado por un coro de niños y jóvenes, así como por una orquesta y un cantante local que permitieron a los jóvenes recogerse en oración mientras la Cruz avanzaba siendo portada por jóvenes africanos, inmigrantes, desempleados, entre muchos otros. Benedicto XVI señaló que "nos ha ayudado en este itinerario hacia el Calvario la contemplación de estas extraordinarias imágenes del patrimonio religioso de las diócesis españolas. Son imágenes donde la fe y el arte se armonizan para llegar al corazón del hombre e invitarle a la conversión".
El vocero del Vaticano, P. Federico Lombardi en conferencia de prensa en el Palacio de Congresos de Madrid en donde está el Centro Internacional de Prensa de esta JMJ, este Via Crucis ha sido la primera vez en una JMJ en la que el Papa ha permanecido durante todo el recorrido de la Cruz.
"Este gesto demuestra el interés del Papa en estas imágenes que representan la riqueza cultural de España", indicó y agregó que "es algo que a mí también me llama mucho la atención y me interesa de modo particular". Las palabras del Papa Tras explicar que la belleza permite al hombre acercarse a los misterios de Dios, el Santo Padre dijo que "mientras avanzábamos con Jesús, hasta llegar a la cima de su entrega en el Calvario, nos venían a la mente las palabras de san Pablo: ‘Cristo me amó y se entregó por mí’. Ante un amor tan desinteresado, llenos de estupor y gratitud, nos preguntamos ahora: ¿Qué haremos nosotros por él? ¿Qué respuesta le daremos?"
"San Juan lo dice claramente: ‘En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos’".
La Pasión de Cristo, que se plasma en el sufrimiento de estos hermanos, continuó el Papa, "nos impulsa a cargar sobre nuestros hombros el sufrimiento del mundo, con la certeza de que Dios no es alguien distante o lejano del hombre y sus vicisitudes. Al contrario, se hizo uno de nosotros ‘para poder compadecer Él mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y sangre".
"Por eso, en cada pena humana ha entrado uno que comparte el sufrir y padecer; de ahí se difunde en cada sufrimiento la con-solatio, el consuelo del amor participado de Dios y así aparece la estrella de la esperanza’".
El Papa alentó luego a los jóvenes a que el amor de Cristo "por nosotros aumente vuestra alegría y os aliente a estar cerca de los menos favorecidos. Vosotros, que sois muy sensibles a la idea de compartir la vida con los demás, no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos: vuestra capacidad de amar y de compadecer".
"Las diversas formas de sufrimiento que, a lo largo del Vía Crucis, han desfilado ante nuestros ojos son llamadas del Señor para edificar nuestras vidas siguiendo sus huellas y hacer de nosotros signos de su consuelo y salvación".
En cada una de las estaciones por las que pasó la Cruz flanqueada por dos antorchas, se pidió y se meditó por distintos tipos de personas que sufren por distintas razones: las discriminadas por el racismo, los inmigrantes que sufren incomprensiones, los que son víctimas de la violencia, los que han sufrido abusos sexuales, los que se ven afectados a causa del desempleo por la crisis económica, las personas con discapacidad, los enfermos de SIDA, entre otros.
El Papa exhortó luego a abrazar la Cruz, que "en su forma y significado representa ese amor del Padre y de Cristo a los hombres. En ella reconocemos el icono del amor supremo, en donde aprendemos a amar lo que Dios ama y como Él lo hace: esta es la Buena Noticia que devuelve la esperanza al mundo".
"Volvamos ahora nuestros ojos a la Virgen María, que en el Calvario nos fue entregada como Madre, y supliquémosle que nos sostenga con su amorosa protección en el camino de la vida, en particular cuando pasemos por la noche del dolor, para que alcancemos a mantenernos como Ella firmes al pie de la cruz", concluyó.
Las palabras del Santo Padre fueron respondidas por fuertes aplausos y el tradicional grito "¡Benedicto!" de los peregrinos con el que le suelen expresar su afecto al Papa.
Al celebrar la Misa por la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María que la Iglesia recuerda cada 15 de agosto, el Papa Benedicto XVI aseguró que la Madre de Dios enseña a los cristianos a ser diligentes con las cosas de Dios, las únicas “que tienen verdadera urgencia para nuestra vida”.
En la homilía que pronunció desde la parroquia Santo Tomás de Villanueva de Castel Gandolfo, el Santo Padre reflexionó sobre el pasaje de la Visitación de María a su prima Isabel.
“María se pone en camino hacia la montaña para alcanzar rápidamente un ciudad de Judá e ir a la casa de Zacarías e Isabel. Me parece importante ‘con diligencia’: las cosas de Dios merecen diligencia, es más las únicas cosas del mundo que merecen diligencia son precisamente las de Dios, que tienen verdadera urgencia para nuestra vida”, indicó.
“María entra en esta casa de Zacarías y de Isabel, pero no entra sola” pues lleva “en su seno el hijo, que es Dios mismo hecho hombre. Ciertamente se la esperaba y también para que ayudara en aquella casa, pero el evangelista nos guía para comprender que esta espera lleva a otra, más profunda”.
“Juan Bautista en el seno de su madre baila delante del Arca de la Alianza, como David, María – y reconoce así – María es la nueva arca de la alianza, ante la cual el corazón exulta de alegría, la Madre de Dios presente en el mundo, que no tiene para sí esta divina presencia, sino la ofrece compartiendo la gracia de Dios. Y así – como dice la oración – María realmente es ‘causa de nuestra alegría’, el ‘arca’ en la que realmente el Salvador está presente entre nosotros”, indicó.
“Al contemplar a la Virgen María se nos ha dado otra gracia: la de poder ver en profundidad también nuestra vida. Sí, porque también nuestra existencia cotidiana, con sus problemas y sus esperanzas, recibe luz de la Madre de Dios, de su camino espiritual, de su destino de gloria: un camino y una meta que pueden y deben convertirse, de alguna manera, en nuestro mismo camino, nuestra misma meta”.
“Hoy la Iglesia canta el amor inmenso de Dios por esta criatura: la ha elegido como verdadera ‘arca de la alianza’, como aquella que continua a generar y a donar a Cristo Salvador a la humanidad, como Aquella que en el cielo comparte la plenitud de la gloria y goza de la felicidad misma de Dios y, al mismo tiempo, nos invita a devenir también a nosotros, en nuestro modo modesto, ‘arca’ en la que está presente la Palabra de Dios, que es transformada y vivificada por Su presencia, lugar de la presencia de Dios, para que los hombres puedan encontrar en el otro hombre la cercanía de Dios y así vivir en comunión con Dios y conocer la realidad del cielo”.
“María es el arca de la alianza, porque ha acogido en sí a Jesús, ha acogido en sí la Palabra viviente, todo el contenido de la voluntad de Dios, de la verdad de Dios, ha acogido en sí a aquel que es la nueva y eterna alianza, culminada con la ofrenda de su cuerpo y de su sangre: cuerpo y sangre recibidos de María”.
El Papa recordó que “estamos hablando de María, pero, en un cierto sentido, estamos hablando también de nosotros, de cada uno de nosotros: también nosotros somos destinatarios de aquel amor inmenso que Dios ha reservado - ciertamente, de una forma absolutamente única e irrepetible - en María”.
“En esta Solemnidad de la Asunción miramos a María: Ella nos abre a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe, a su Hijo; no perder jamás la amistad con Él, dejarse iluminar y guiar por su palabra; seguirlo cada día, también en los momentos en los que sentimos que nuestras cruces se nos hacen pesadas”.
“María, el arca de la alianza que está en el santuario del Cielo, nos indica con luminosa claridad que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de paz con Dios”, concluyó.
Ahí nos espera; en ninguna otra parte, con los brazos abiertos para abrirnos la puerta de la gloria.
El triunfo de María es también el triunfo de sus hijos. María ha subido al cielo en cuerpo y alma para decirnos que un día estaremos con Ella, de manera semejante. Ahí nos espera; en ninguna otra parte, con los brazos abiertos para abrirnos la puerta de la gloria.
La mujer que podemos definir como Amor vivió en este mundo sólo amando: amando a Dios, a su Hijo Jesús desde que lo llevaba en su seno hasta que lo tuvo en brazos desclavado de la cruz. Amó a su querido esposo san José, y amó a todos y cada uno de sus hijos desde que Jesús la proclamó madre de todos ellos.
Desde su asunción a los cielos ha seguido amando durante dos mil años a Dios y a los hombres: Es un amor muy largo y profundo. Y apenas ha comenzado la eternidad de su amor.
Dentro de ese océano de ternura que es el Corazón de María estamos tú y yo para alegrarnos infinitamente. Desde el cielo una Madre nos ama con singular predilección. La fe en este amor debe llenar nuestra vida de alegría, de paz y de esperanza.
Dios adelantó el reloj de la eternidad para que María pudiese inaugurar con su hijo nuestra eternidad. Mientras nosotros esperamos, Ella goza de Dios con su cuerpo inmaculado, el que fue cuna de Jesús durante nueve meses.
El cuerpo en el que Dios habitó es digno de todo respeto. Está eternizado en el cielo, incorrupto, feliz como estará un día el nuestro. El cuerpo que vivirá eternamente en el cielo es digno de todo respeto. No se debe degradar lo que será tan dignamente tratado. Pasará por la corrupción, pero sólo para resucitar en nueva espiga y nuevo cuerpo inmortal, incorrupto, puro y santo.
"Voy a prepararos un lugar": Así hablaba Jesús a los apóstoles con emoción contenida. Personalmente se encargaría de tener listo ese lugar. Pero sabemos quién le ayudaría cariñosamente a preparar dicho lugar: María Santísima. Ella le ayudó -y de qué manera tan eficaz- en sus primeros pasos a la Iglesia militante. Ella sigue ayudando con su amorosa intercesión a la Iglesia purgante y, de manera muy particular, a preparar la definitiva estancia a la Iglesia triunfante.
Podremos estar seguros de ver un ramo de flores con una tarjeta y nuestro nombre: Hijo, hija, cuánto me costaste. Pero ya estás aquí. También habrá un crucifijo con esta leyenda: “Te amé y me entregué a la muerte por ti”. Jesús. Habrá un ramo de almendro florido colocado por Jesús de parte de María.
El premio de los justos es el cielo, la felicidad eterna. Poco lo pensamos. Mucho lo ponemos en peligro. “Alegraos más bien de que vuestros nombres estén escritos en el cielo”. Sabremos entonces por qué decía Jesús estas solemnes palabras, cuando veamos con los ojos extasiados lo que ha preparado Dios a sus hijos. Si les dio su sangre y su vida, ¿no les iba a dar el cielo?
Pero aquí andamos distraídos, perdidos, olvidados, comiendo los frutos agraces del pecado que pudre la sangre y envenena el alma. Cuantas veces emprendimos el camino del infierno. Tantas otras una mano cariñosa y firme nos hizo volver al camino del cielo. Pensamos en todo menos en los mejor y lo más hermoso. ¡Pobres ignorantes, ingratos, desconsiderados!
El cielo es cielo por Dios y María. Al fin nos encontraremos cara a cara con los dos más grandes amores de nuestra vida. Entonces sabremos lo que es estar locamente enamorados y para siempre de las personas más dignas de ser amadas. Enamorados de Dios, en un éxtasis eterno de amor: amados por el Amor Infinito, la Bondad Infinita. Ahí comprenderemos los misterios del amor aquí muy poco comprendidos. Volveremos a Belén a amar infinitamente, eternamente a aquel Dios hecho niño por nosotros. Volveremos a la fuente de Nazareth donde Jesús llenó el cántaro de María tantas veces. Volveremos al Cenáculo a quedar de rodillas y extasiados ante la institución de la Eucaristía, y comprenderemos las palabras del evangelista Juan: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”.
Volveremos al Calvario y querremos quedarnos allí mucho, mucho tiempo, siglos para contemplar con el corazón en llamas el amor más grande, la ternura más delicada, y comprenderemos cada uno lo que Pablo decía: “Líbreme Dios de gloriarme en nada si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo”. Pediremos permiso de bajar a la tierra para visitar los Santos lugares no como turistas sino como locamente enamorados.
Al cielo subió la Puerta del cielo. Sueño en ese momento en que tocaré a la puerta. Y saldrá a abrirme con los brazos abiertos y una sonrisa celestial María Santísima. Tendré que sostenerme para no morir otra vez, pero de puro gozo al ver sus ojos de cielo, su rostro bellísimo, su amor increíble pero real.
María es la mujer más triunfadora. La humilde esclava del Señor ha logrado lo que ninguna mujer famosa ha conseguido. Eligió como meta cumplir la voluntad de Dios; como motivación el amor. El Premio: La Asunción los cielos en cuerpo y alma. Así nos enseña de forma contundente la mejor forma de vivir.
El Papa Benedicto XVI dispuso la concesión de la indulgencia plenaria por la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Madrid 2011, a todos los peregrinos que, siguiendo las condiciones habituales para obtenerla, participen en alguno de los eventos litúrgicos que se desarrollarán entre el 16 y el 21 de agosto en la capital española.
Así lo señala el decreto publicado hoy por el Penitenciario Mayor de la Santa Iglesia Romana, Cardenal Fortunato Baldelli.
El texto indica además que los fieles que no podrán asistir a la JMJ podrán obtener la indulgencia parcial para lo cual deben rezar "por los propósitos espirituales de este encuentro y por su feliz éxito".
El decreto, publicado en italiano y latín, señala además que esta decisión la tomó el Santo Padre luego del pedido del Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española, Cardenal Antonio María Rouco Varela.
Para obtener la indulgencia plenaria en la JMJ, los peregrinos deberán "participar en cualquier sacra función o pío ejercicio" siempre y cuando estén "confesados y verdaderamente arrepentidos para recibir la Santa Comunión, y piamente recen por las intenciones de Su Santidad".
Indulgencia para los que acompañen desde lejos
Quienes no asisten a la JMJ, pueden obtener la indulgencia parcial "donde sea que se encuentren durante el mencionado encuentro si, con ánimo contrito, elevan oraciones a Dios Espíritu Santo para que aliente en los jóvenes la caridad y les dé la fuerza para anunciar con la propia vida el Evangelio".
El decreto que también lleva la firma del Obispo Regente, Mons. Gianfranco Girotti, señala finalmente que para que los fieles puedan obtener estas indulgencias, "los sacerdotes, legítimamente aprobados para la escucha de la confesión sacramental, con ánimo pronto y generoso se alisten a recibirlos y propongan a los fieles oraciones públicas por el éxito de esta Jornada Mundial de la Juventud".
Al retomar este miércoles la habitual audiencia general, desde la residencia pontificia de Castelgandolfo, el Papa Benedicto XVI alentó a los católicos a "sumergirse" en los libros de la Biblia en vacaciones, para que el tiempo de descanso también sirva para la oración y la amistad con Dios.
El Papa señaló que cuando la persona tiene un espacio de pausa de las actividades cotidianas, en especial en vacaciones "a menudo tenemos entre manos un libro para leer. Precisamente este es el primer aspecto sobre el cual quiero detenerme. Cada uno de nosotros tiene necesidad de tiempo y espacio para el recogimiento, la meditación, la calma. Gracias a Dios esto es así".
"En efecto, esta exigencia nos confirma que no estamos hechos solamente para trabajar, sino también para pensar, reflexionar, o sencillamente para seguir con la mente y con el corazón un relato, una historia en la que sumergirse, en cierta manera ’perderse’ para salir después enriquecidos".
Benedicto XVI comentó luego que muchos de estos libros suelen ser de evasión, ante lo cual hizo una propuesta: "¿por qué no descubrir algunos libros de la Biblia, que normalmente son menos conocidos? ¿O de los que a lo mejor hemos escuchado algún fragmento durante la liturgia, pero que no hemos leído en su totalidad?"
"En efecto, muchos cristianos no leen nunca la Biblia, y tienen de ella un conocimiento muy limitado y superficial. La Biblia –como dice el nombre– es un conjunto de libros, una pequeña ‘biblioteca’, nacida en el curso de un milenio".
Seguidamente, señala la nota de Radio Vaticano, enumeró algunos libros "desconocidos" del Antiguo Testamento "que pueden leerse en una hora", como el de Tobías "una narración que contiene un sentido muy amplio de la familia y del matrimonio. O el libro de Esther, en el que la Reina judía, con la fe y la oración, salva a su pueblo del exterminio; o, todavía más breve, el libro de Ruth, una extranjera que conoce a Dios y experimenta su providencia".
"Más laboriosos, y auténticas obras de arte, son el libro de Job, que afronta el gran problema del dolor inocente. El Eclesiastés que asombra por la desconcertante modernidad con la que pone en discusión el sentido de la vida y del mundo; el Cantar de los Cantares, estupendo poema simbólico del amor humano. Como veis estos son libros del Antiguo Testamento".
El Santo Padre dijo luego que ciertamente los libros del Nuevo Testamento son más conocidos "y los géneros literarios están menos diversificados. Hay que descubrir la belleza de leer un Evangelio de corrido, o los Hechos de los Apóstoles o una de las Cartas".
"En conclusión, queridos amigos, os sugiero que tengáis a mano durante el periodo estivo, o en los momentos de pausa, la Sagrada Biblia para disfrutarla de una nueva manera, leyendo de seguido algunos de sus Libros, tanto los menos conocidos como los que más, como los Evangelios, pero de manera continuada".
De esa manera, explicó el Papa, "los momentos de distensión podrán ser, además de enriquecimiento cultural, alimento del espíritu capaz de alimentar el conocimiento de Dios y propiciar el diálogo con Él, la oración".
"Y así parece más bien una bonita ocupación para las vacaciones: tomar un libro de la biblia y –de esta manera– tener un poco de distensión. Asimismo, tener tiempo para entrar en el gran espacio de la Palabra de Dios, profundizar nuestro contacto con lo eterno, precisamente, como objetivo del tiempo libre que el Señor nos da", concluyó.
En español el Santo Padre reiteró su pedido de leer la Biblia "descubriendo así, poco a poco la inmensa riqueza de este tesoro que es la Palabra de Dios. Gracias por vuestra presencia y oración. Que el Señor vaya siempre con vosotros".