domingo, 12 de junio de 2011

Iglesia supera toda barrera porque es universal y santa, dice el Papa en Pentecostés


VATICANO, 12 Jun. 11 / 07:28 am (ACI/EWTN Noticias)

Al presidir este domingo en la Basílica de San Pedro la Misa por la Solemnidad de Pentecostés, el Papa Benedicto XVI señaló que la Iglesia Católica, animada por el Espíritu Santo, siempre es santa y universal, y por ello supera toda barrera y distinción humana convirtiéndose en expresión permanente de unidad y auténtica alegría.

En su homilía el Santo Padre señaló que esta fiesta es grande de manera particular en la Iglesia porque marca después de 50 días "el cumplimiento del evento de la Pascua, de la muerte y la resurrección del Señor Jesús, a través del don del Espíritu del Resucitado".

Seguidamente se refirió al salmo 103 de la Misa de hoy, una alabanza a la creación y dijo que con este pasaje "lo que la Iglesia quiere decirnos es esto: el Espíritu creador de todas las cosas, y el Espíritu Santo que Cristo ha hecho descender del Padre sobre la comunidad de los discípulos, son uno y el mismo: creación y redención se pertenecen recíprocamente y constituyen, en profundidad, un único misterio de amor y salvación".

"El Espíritu Santo es ante todo Espíritu Creador y entonces Pentecostés es la fiesta de la creación. Para nosotros los cristianos, el mundo es fruto de un acto de amor de Dios, que ha hecho todas las cosas y de lo cual Él se alegra porque es ‘algo bueno’, ‘algo muy bueno’.

La fe en el Espíritu Creador y la fe en el Espíritu que Cristo resucitado ha donado a los Apóstoles, y nos dona a cada uno de nosotros, están ahora inseparablemente unidas".

Tras explicar que es el Espíritu Santo quien permite reconocer a Cristo como Señor, el Papa explicó que "la expresión ‘Jesús es el Señor’ se puede leer en dos sentidos. Significa: Jesús es Dios, y al mismo tiempo: Dios es Jesús. El Espíritu Santo ilumina esta reciprocidad: Jesús tiene dignidad divina, y Dios tiene el rostro humano de Jesús. Dios se muestra en Jesús y con esto nos dona la verdad sobre nosotros mismos".

"Dejarse iluminar en lo profundo por esta verdad es el evento de Pentecostés. Recitando el Credo, nosotros entramos en el misterio del primer Pentecostés: del caos de Babel, de aquellas voces que chocaban una contra la otra, viene una radical transformación: la multiplicidad se hace multiforme unidad, del poder unificador de la Verdad crece la comprensión".

El Papa dijo luego que "el Señor sopla en nuestra alma el nuevo aliento de vida, el Espíritu Santo, su más íntima esencia y de este modo nos acoge en la familia de Dios. Con el Bautismo y la Confirmación nos es dado este don específico, y con los sacramentos de la Eucaristía y de la Penitencia esto se repite continuamente: el Señor sopla en nuestra alma un aliento de vida. Todos los sacramentos, cada uno de manera propia, comunican al hombre la vida divina, gracias al Espíritu Santo que obra en ellos".

"En la liturgia de hoy recogemos todavía una ulterior conexión: El Espíritu Santo es Creador, es al mismo tiempo Espíritu de Jesucristo, pero en modo que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo y único Dios".



Con esa afirmación, prosiguió Benedicto XVI, se puede decir también que "el Espíritu Santo anima a la Iglesia. Ella no deriva de la voluntad humana, de la reflexión, de la habilidad del hombre y de su capacidad organizativa, porque si fuera así se habría extinguido hace tiempo, así como pasan las cosas humanas. La Iglesia, en cambio, es el Cuerpo de Cristo animado por el Espíritu Santo".

Las imágenes que usa San Lucas del viento y el fuego para referirse al Espíritu Santo sobre los apóstoles, recuerdan el Pacto del Monte Sinaí: "Así el evento de Pentecostés viene representado como un nuevo Sinaí, como el don de un nuevo Pacto en el que la alianza con Israel se extiende a todos los pueblos de la tierra, en los que caen todos las empalizadas de la vieja Ley y aparece su corazón mas santo e inmutable, esto es el amor, que el Espíritu Santo comunica y difunde, el amor que abraza todo".

"Al mismo tiempo la Ley se dilata, se abre, haciéndose más simple: es el Nuevo Pacto, que el Espíritu ‘escribe’ en los corazones de cuantos creen en Cristo. La extensión del Pacto a todos los pueblos de la Tierra está representada por San Lucas a través de un elenco de poblaciones considerables para aquella época".

Con esto, afirma el Santo Padre, "se nos dice una cosa muy importante: que la Iglesia es católica desde el primer momento, que su universalidad no es el fruto de la inclusión sucesiva de diversas comunidades".

"Desde el primer instante, de hecho, el Espíritu Santo la ha creado como la Iglesia de todos los pueblos; ella abraza el mundo entero, supera todas las fronteras de raza, clase, nación; abate todas las barreras y une a los hombres en la profesión del Dios uno y trino. Desde el inicio la Iglesia es una, católica y apostólica: esta es su verdadera naturaleza y como tal debe ser reconocida. Ella es santa, no gracias a la capacidad de sus miembros, sino porque Dios mismo, con su Espíritu, la crea y la santifica siempre".

El Papa recuerda que en el Evangelio de hoy los discípulos se alegraron al ver al Señor, que es "la alegría misma, don del Espíritu Santo. Sí, es bello vivir porque soy amado, y es la Verdad quien me ama".

"Hoy –concluyó Benedicto XVI– esta expresión está destinada también a nosotros, porque en la fe podemos verlo, en la fe Dios viene entre nosotros y nos muestra las manos y el costado, y nos alegramos. Por ello queremos rezar: ¡Señor, muéstrate! ¡Danos el don de tu presencia y tendremos el don más bello, tu alegría. Amén!"