Discurso a una asamblea sobre el monaquismo
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 20 de noviembre de 2008 (ZENIT.org).-
"La vocación de los monasterios es la de indicar al mundo qué es lo esencial: buscar a Cristo y no anteponer nada a su amor", considera Benedicto XVI.
Así lo afirmó este jueves al recibid en audiencia a los participantes en la asamblea plenaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, que este año conmemora el centenario de vida.
En su respuesta a las palabras que le dirigió el cardenal Franc Rodé C.M., prefecto de ese dicasterio vaticano, el Papa se refirió al tema de esta plenaria, que ha tenido como eje central el monaquismo y su importancia en la sociedad actual, una cuestión "particularmente querida" por el pontífice que ha tomado el nombre de san Benito, fundador del monaquismo occidental.
Los monasterios, "buscando a Cristo y fijando la mirada en las realidades eternas", explicó, "se convierten en oasis espirituales que indican a la humanidad el primado absoluto de Dios, a través de la adoración continua de esa misteriosa, pero real, presencia divina en el mundo, y de la comunión fraterna vivida en el mandamiento nuevo del amor y del servicio recíproco".
El Papa invitó a los monjes contemplativos a "vivir el Evangelio de forma radical", "cultivando profundamente la unión esponsal con Cristo" en la espera "de la manifestación gloriosa del Salvador".
Si se vive la vocación de esta forma, "entonces el monaquismo puede constituir para todas las formas de vida religiosa y de consagración una memoria de lo que es esencial y que tiene el primado en la vida de todo bautizado: buscar a Cristo y no anteponer nada a su amor".
Añadió que los monasterios "deben ser cada vez más oasis de vida ascética", donde se cultive el conocimiento de las Escrituras. "El camino señalado por Dios para esta búsqueda y para alcanzar este amor en su misma Palabra, que se ofrece en las Sagradas Escrituras".
"Es a partir de esta escucha orante de la Palabra desde donde se eleva en los monasterios una oración silenciosa, que se convierte en testimonio para cuantos son acogidos como si fueran el mismo Cristo en estos lugares de paz".
Posteriormente, el ministro general de los frailes menores (franciscanos), padre José Rodriguez Carballo, presente durante la audiencia, subrayó en declaraciones a Radio Vaticano "el amor y la confianza" mostradas por el Papa "en la presencia y el testimonio de la vida consagrada".
"El Santo Padre, en el discurso de hoy, ha centrado la vocación monástica en la búsqueda de Dios, y esta es la gran vocación y el signo profético de la vida monástica en el mundo de hoy. En un tiempo en que parece que Dios no existe, o al menos muchos se comportan como si fuera así, el monje recuerda que Dios no solo existe, sino que es el centro de la vida y su realización plena".