Reflexión sobre la Solemnidad del Bautismo del Señor
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 11 de enero de 2008 (ZENIT.org).-
El sacramento del bautismo es el camino, el puente que Dios ha establecido para encontrarse con el hombre. Así lo afirmó hoy el Papa Benedicto XVI durante la homilía con motivo de la Solemnidad del Bautismo del Señor, celebrada esta mañana en
Con esta fiesta, con la que concluye el tiempo litúrgico de la Navidad, “el Señor no se cansa de repetirnos: 'Sí, estoy aquí. Os conozco. Os amo. Hay un camino que viene de mí a vosotros. Y hay un camino que desde vosotros sube hasta mí'”, explicó el Papa.
El pontífice explicó que con esta fiesta, “Jesús nos introduce, podríamos decir, en la cotidianeidad de una relación personal con Él. De hecho, mediante la inmersión en las aguas del Jordán, Jesús se ha unido a nosotros”.
“El Bautismo es por así decirlo el puente que Él ha construido entre sí y nosotros, el camino por el que se nos hace accesible; es el arco iris divino sobre nuestra vida, la promesa del gran sí a Dios, la puerta de la esperanza y, al mismo tiempo, el signo que nos indica el camino a recorrer de forma activa y alegre para encontrarlo y sentirnos amados por él”, añadió.
El Papa explica el gesto de Jesús, que “confundido entre la gente, se presenta para ser bautizado”, tiene una importante consecuencia para el hombre en su relación con Dios.
“Desde cuando el Hijo unigénito del Padre se hizo bautizar, el cielo se ha abierto realmente y sigue abriéndose, y podemos confiar cada nueva vida que nace en las manos de Aquel que es más poderoso que los poderes oscuros del mal”, explicó.
Este acontecimiento marca un nuevo comienzo para toda la humanidad, afirmó el Papa, “que se cumplirá plenamente con la muerte en cruz y resurrección” de Jesús.
Hasta entonces, el bautismo era signo de penitencia, algo “muy distinto” del sacramento, por el cual “no nos sumergimos sencillamente en las aguas del Jordán para proclamar nuestro empeño de conversión, sino que se infunde en nosotros la sangre redentora de cristo que nos purifica y nos salva”.
Después, durante el rezo del Ángelus, el Papa volvió sobre el argumento, explicando que este acto “fue el primer acto de su vida pública, narrado en los cuatro Evangelios”.
Al explicar el pasaje evangélico, el Papa afirmó que “con estas palabras: 'Tu eres mi hijo amado' se revela qué es la vida eterna: es la relación filial con Dios, tal y como Jesús la vivió y nos la ha revelado y entregado”.
“Es el Hijo amado del Padre, en el que Él se ha complacido, el que nos devuelve la dignidad y la alegría de llamarnos y ser realmente 'hijos' de Dios”, concluyó
[Por Inma Álvarez]