Cátedra de Pedro, Francisco Oremos por la Iglesia y S. S. Francisco para que el Espíritu Santo los guíe.
domingo, 29 de septiembre de 2013
Para conocer a Jesús hay que involucrarse, apostar la vida por Él
El Papa Francisco explicó durante la Misa en Casa Santa Marta que conocer a Jesús implica tener problemas, complicarse la vida. Y que no se puede conocer a Jesús viajando en 'primera clase'.
sábado, 21 de septiembre de 2013
Francisco dice que «la Iglesia habla el lenguaje de la verdadera ortodoxia, la lengua del catecismo»
La Iglesia tiene el coraje de una mujer
que defiende a sus hijos para llevarlos al encuentro con su Esposo. Es
lo que ha dicho la mañana del martes 17 de septiembre el Papa Francisco
en la misa celebrada en la Casa Santa Marta.
El Papa tomó el ejemplo del encuentro de Jesús con la viuda de Naim para hablar sobre la dimensión de la "viudez" de la Iglesia que, según dijo, camina en la historia buscando el encuentro con el Señor.
Jesús tiene la “capacidad de sufrir con nosotros, de estar cerca de nuestros sufrimientos y hacerlos suyos”. El Papa Francisco ha desarrollado su homilía a partir del encuentro de Jesús con la viuda de Naim, de la que habla el Evangelio de hoy. Jesús, dijo, "se compadeció" de esta viuda que había perdido a su hijo.
Un amor especial a las viudas
Él, continuó, "sabía lo que significaba una mujer viuda en ese tiempo", y señala que "el Señor tiene un amor especial por las viudas, y las cuida".
Leyendo este pasaje del Evangelio, dijo, "pienso también que ´esta viuda´ es un icono de la Iglesia, porque también la Iglesia es en cierto sentido una viuda":
"El Esposo se ha ido y Ella camina en la historia con la esperanza de hallarlo, de encontrarse con Él. Y Ella será la esposa definitiva. Pero mientras tanto Ella, la Iglesia, ¡está sola! El Señor no está visible. Tiene una cierta dimensión de viudez... Me hace pensar en la viudez de la Iglesia. Esta Iglesia valiente, que defiende a sus hijos, como la viuda que iba donde el juez corrupto para defender, defender y finalmente ganó. ¡Nuestra Madre Iglesia es valiente! Tiene el coraje de una mujer que sabe que sus hijos son suyos, y debe defenderlos y llevarlos al encuentro con su Esposo".
Viuda valiente con 7 hijos
El Papa reflexionó sobre algunas figuras de viudas en la Biblia, en especial sobre la viuda macabea valiente con siete hijos que son martirizados por no renegar de Dios.
La Biblia, subrayó, dice de esta mujer que hablaba a los hijos "en dialecto, en la primera lengua". Además -anotó, nuestra madre Iglesia nos habla en dialecto, en "aquel lenguaje de la verdadera ortodoxia que todos entendemos, aquella lengua del catecismo" que "nos da la fuerza para seguir adelante en la lucha contra el mal":
La Iglesia llora por sus hijos
"Esta dimensión de la viudez de la Iglesia, que camina a través de la historia, con la esperanza de encontrar a su Esposo... ¡Nuestra Madre Iglesia es así! Es una Iglesia que, cuando es fiel, sabe llorar. Cuando la Iglesia no llora, algo no está bien. ¡Llora por sus hijos y ora! Una Iglesia que avanza y hace crecer a sus hijos, les da la fuerza y los acompaña hasta la última despedida para dejarlos en las manos de su Esposo, y que al final también Ella encontrará. ¡Esta es nuestra Madre Iglesia! Lo veo en esta viuda que llora. ¿Y que le dice el Señor a la Iglesia? "No llores. Yo estoy contigo, yo te acompaño, yo te espero allá, en la boda, la última boda, aquella del cordero. ¡Deténte, este hijo tuyo que estaba muerto, ahora vive!".
Levántate del pecado y la muerte
Y esto, continuó, "es el diálogo del Señor con la Iglesia". Ella "defiende a los hijos, pero cuando ve que los hijos están muertos llora, y el Señor le dice: "Estoy contigo y tu hijo está conmigo". Como le dijo al muchacho en Naim que se levante de su lecho de muerte, añadió el Papa, muchas veces Jesús también nos dice que nos levantemos "cuando estamos muertos por el pecado y vamos a pedir perdón". Y entonces, ¿qué hace Jesús “cuando nos perdona, cuando nos restituye la vida?": nos devuelve a nuestra madre.
"Nuestra reconciliación con Dios no se agota en el diálogo ´Tú, yo y el sacerdote que me da el perdón´; termina cuando Él nos restituye a nuestra madre. Allí termina la reconciliación, porque no hay un camino de vida, no hay perdón, no hay reconciliación fuera de la madre Iglesia. Y así, al ver a esta viuda, me vienen estas ideas así sueltas… Pero veo en esta viuda el ícono de la viudez de la Iglesia que está en camino para encontrar a su Esposo. Quiero pedirle al Señor la gracia de confiar siempre en esta ´mamá´ que nos defiende, nos enseña, nos hace crecer y nos habla en dialecto".
(Traducido y adaptado por José A. Varela de la versión italiana de Radio Vaticana)
El Papa tomó el ejemplo del encuentro de Jesús con la viuda de Naim para hablar sobre la dimensión de la "viudez" de la Iglesia que, según dijo, camina en la historia buscando el encuentro con el Señor.
Jesús tiene la “capacidad de sufrir con nosotros, de estar cerca de nuestros sufrimientos y hacerlos suyos”. El Papa Francisco ha desarrollado su homilía a partir del encuentro de Jesús con la viuda de Naim, de la que habla el Evangelio de hoy. Jesús, dijo, "se compadeció" de esta viuda que había perdido a su hijo.
Un amor especial a las viudas
Él, continuó, "sabía lo que significaba una mujer viuda en ese tiempo", y señala que "el Señor tiene un amor especial por las viudas, y las cuida".
Leyendo este pasaje del Evangelio, dijo, "pienso también que ´esta viuda´ es un icono de la Iglesia, porque también la Iglesia es en cierto sentido una viuda":
"El Esposo se ha ido y Ella camina en la historia con la esperanza de hallarlo, de encontrarse con Él. Y Ella será la esposa definitiva. Pero mientras tanto Ella, la Iglesia, ¡está sola! El Señor no está visible. Tiene una cierta dimensión de viudez... Me hace pensar en la viudez de la Iglesia. Esta Iglesia valiente, que defiende a sus hijos, como la viuda que iba donde el juez corrupto para defender, defender y finalmente ganó. ¡Nuestra Madre Iglesia es valiente! Tiene el coraje de una mujer que sabe que sus hijos son suyos, y debe defenderlos y llevarlos al encuentro con su Esposo".
Viuda valiente con 7 hijos
El Papa reflexionó sobre algunas figuras de viudas en la Biblia, en especial sobre la viuda macabea valiente con siete hijos que son martirizados por no renegar de Dios.
La Biblia, subrayó, dice de esta mujer que hablaba a los hijos "en dialecto, en la primera lengua". Además -anotó, nuestra madre Iglesia nos habla en dialecto, en "aquel lenguaje de la verdadera ortodoxia que todos entendemos, aquella lengua del catecismo" que "nos da la fuerza para seguir adelante en la lucha contra el mal":
La Iglesia llora por sus hijos
"Esta dimensión de la viudez de la Iglesia, que camina a través de la historia, con la esperanza de encontrar a su Esposo... ¡Nuestra Madre Iglesia es así! Es una Iglesia que, cuando es fiel, sabe llorar. Cuando la Iglesia no llora, algo no está bien. ¡Llora por sus hijos y ora! Una Iglesia que avanza y hace crecer a sus hijos, les da la fuerza y los acompaña hasta la última despedida para dejarlos en las manos de su Esposo, y que al final también Ella encontrará. ¡Esta es nuestra Madre Iglesia! Lo veo en esta viuda que llora. ¿Y que le dice el Señor a la Iglesia? "No llores. Yo estoy contigo, yo te acompaño, yo te espero allá, en la boda, la última boda, aquella del cordero. ¡Deténte, este hijo tuyo que estaba muerto, ahora vive!".
Levántate del pecado y la muerte
Y esto, continuó, "es el diálogo del Señor con la Iglesia". Ella "defiende a los hijos, pero cuando ve que los hijos están muertos llora, y el Señor le dice: "Estoy contigo y tu hijo está conmigo". Como le dijo al muchacho en Naim que se levante de su lecho de muerte, añadió el Papa, muchas veces Jesús también nos dice que nos levantemos "cuando estamos muertos por el pecado y vamos a pedir perdón". Y entonces, ¿qué hace Jesús “cuando nos perdona, cuando nos restituye la vida?": nos devuelve a nuestra madre.
"Nuestra reconciliación con Dios no se agota en el diálogo ´Tú, yo y el sacerdote que me da el perdón´; termina cuando Él nos restituye a nuestra madre. Allí termina la reconciliación, porque no hay un camino de vida, no hay perdón, no hay reconciliación fuera de la madre Iglesia. Y así, al ver a esta viuda, me vienen estas ideas así sueltas… Pero veo en esta viuda el ícono de la viudez de la Iglesia que está en camino para encontrar a su Esposo. Quiero pedirle al Señor la gracia de confiar siempre en esta ´mamá´ que nos defiende, nos enseña, nos hace crecer y nos habla en dialecto".
(Traducido y adaptado por José A. Varela de la versión italiana de Radio Vaticana)
sábado, 14 de septiembre de 2013
Vigilia de Oración por la Paz
El papa en el Ángelus continúa rezando por la paz de Oriente Medio
Palabras del papa en la oración del Ángelus
Ciudad del Vaticano, 08 de septiembre de 2013 (Zenit.org) Francisco papa
Esta mañana, a las 12 como cada domingo, el papa se ha asomado a la ventana del estudio del Palacio Apostólico Vaticano para recitar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro. Publicamos a continuación las palabras del papa.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
en el Evangelio de hoy Jesús insiste en las condiciones para ser sus discípulos: no anteponer nada al amor por Él, llevar la propia cruz y seguirlo. Mucha gente, de hecho, se acercaba a Jesús, quería ser parte de sus seguidores; esto sucedía especialmente después de algún signo prodigioso, que lo acreditaba como Mesías, el Rey de Israel. Pero Jesús no quiere engañar a nadie. Él sabe bien qué le espera en Jerusalén, cuál es el camino que el Padre le pide recorrer: es el camino de la cruz, del sacrificio de sí mismo para el perdón de nuestros pecados. ¡Seguir a Jesús no significa participar en una procesión triunfal! Significa compartir su amor misericordioso, entrar en su gran obra de misericordia para cada hombre y para todos los hombres. Es una obra de misericordia, de perdón, de amor, es tan misericordioso. Y este perdón universal pasa a través de la cruz. Pero Jesús no quiere compartir esta obra solo: quiere implicarnos también a nosotros en la misión que el Padre le ha confiado. Después de la resurrección dirá a sus discípulos: "Como el Padre me ha amado, yo también os mando a vosotros... A los que perdonéis los pecados, les serán perdonados" (Jn 20, 21-22). El discípulo de Jesús renuncia a todos los bienes porque ha encontrado el Él el Bien más grande, en el que cualquier otro bien recibe su pleno valor y significado: las uniones familiares, las otras relaciones, el trabajo, los bienes culturales y económicos, etc. El cristiano se desapega de todo y encuentra todo en la lógica del Evangelio, la lógica del amor y del servicio.
Para explicar esta exigencia, Jesús usa dos parábolas: la de la torre a construir y la del rey que va a la guerra. Esta segunda parábola dice así: "¿Y qué rey, cuando sale en campaña contra otro, no se sienta antes a considerar si con diez mil hombres puede enfrentar al que viene contra él con veinte mil? Por el contrario, mientras el otro rey está todavía lejos, envía una embajada para negociar la paz" (Lc 14, 31-32). Aquí Jesús no quiere afrontar el tema de la guerra, es solo una parábola. Pero, en este momento en el que estamos rezando fuertemente por la paz, esta Palabra del Señor nos toca de forma viva, y en esencia nos dice: ¡hay una guerra más profunda que debemos combatir, todos! Es la decisión fuerte y valiente de renunciar al mal y a sus seducciones y de elegir el bien, preparados a pagar en persona: he aquí el seguir a Cristo, ¡he aquí el tomar la propia cruz! Esta guerra profunda contra el mal ¿De qué sirve hacer guerras, tantas guerras si tu no eres capaz de hacer esta guerra profunda contra el mal? No sirve, no funciona. Esto implica, entre otras cosas; esta guerra contra el mal implica decir no al odio fraticida y a las mentiras de las que se sirve, a la violencia en todas sus formas, decir no a la proliferación de las armas y a su comercio ilegal. Pero hay tantas, pero hay tantas. Pero siempre queda la duda: esta guerra de aquí, de allí, por todos lados hay guerras, ¿es realmente una guerra o es una guerra comercial para tomar estas armas del comercio ilegal? Estos son enemigos a combatir, unidos y con coherencia, no siguiendo otros intereses si nos los de la paz y el bien común.
Queridos hermanos, hoy recordamos también la Natividad de la Virgen María, fiesta particularmente querida en las Iglesias Orientales. Y todos nosotros, ahora podemos enviar un saludo a todos los hermanos y hermanas, obispos, monjes, monjas de las Iglesias Orientales, ortodoxos y católico ¡Un saludo! Jesús es el sol, María es la aurora que preanuncia su surgir. Ayer hemos velado confiando a su intercesión nuestra oración por la paz en el mundo, especialmente en Siria y en todo Oriente Medio. La invocamos ahora como Reina de la Paz. Reina de la paz, ruega por nosotros.
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domingo, 8 de septiembre de 2013
El Papa sugiere que tras esta guerra no hay razones sino pretextos para el comercio ilegal de armas
En un excursus improvisado
(como es frecuente en las alocuciones de Francisco) respecto al texto
difundido por la Santa Sede, el Papa se preguntó: "Siempre queda la duda de si esta guerra de aquí, esta guerra de allá -porque hay guerras en todas partes- ¿es una guerra por problemas o es una guerra comercial para vender estas armas en el comercio ilegal?".
Antes, había advertido que debe "decirse no al odio fratricida y a las mentiras de las que se sirve, a la violencia en todas sus formas, a la proliferación de las armas y a su comercio ilegal".
El Angelus de este 8 de septiembre de 2013, tras la vigilia de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en el mundo que había tenido lugar la tarde-noche anterior en la Plaza de San Pedro, tenía necesariamente que continuar en esa línea. El Papa tomó como guía una parábola del Evangelio del día, la del rey que va a la guerra (Lc 14, 31-32), y aunque precisó que en ella "Jesús no quiere afrontar el tema de la guerra y es sólo una parábola", sin embargo "en este momento en el que estamos rezando fuertemente por la paz, esta Palabra del Señor nos toca vivamente, y en sustancia nos dice que hay una guerra más profunda que debemos combatir todos. Es la decisión fuerte y valiente de renunciar al mal y a sus seducciones y de elegir el bien: seguir a Cristo y tomar la propia cruz".
En efecto, al inicio de su intervención, había señalado las condiciones puestas por Jesús para ser sus discípulos: "No anteponer nada al amor por Él, tomar la propia cruz y seguirle". Como muchos se le acercaban tras alguno de los milagros que le acreditaban como Mesías, "Jesús no quiere que nadie se haga ilusiones: sabe bien lo que le espera en Jerusalén, que la vía que el Padre le pide recorrer es la vía de la cruz, del sacrificio de sí mismo por el perdón de nuestros pecados".
"¡Seguir a Jesús no significa participar en un cortejo triunfal!", advirtió Francisco: "Significa participar de su amor misericordioso, entrar en su gran obra de misericordia para todo hombre y para todos los hombres. Y este perdón universal pasa por la cruz".
Por último, y al recordar que la festividad del día es la Natividad de la Virgen María, "fiesta particularmente querdia por las Iglesias Orientales, ortodoxas y católicas", encomendó a su intercesión la paz en el mundo, porque "Jesús es el sol y María es la aurora que preanuncia su aparición".
ReL
Antes, había advertido que debe "decirse no al odio fratricida y a las mentiras de las que se sirve, a la violencia en todas sus formas, a la proliferación de las armas y a su comercio ilegal".
El Angelus de este 8 de septiembre de 2013, tras la vigilia de oración por la paz en Siria, en Oriente Medio y en el mundo que había tenido lugar la tarde-noche anterior en la Plaza de San Pedro, tenía necesariamente que continuar en esa línea. El Papa tomó como guía una parábola del Evangelio del día, la del rey que va a la guerra (Lc 14, 31-32), y aunque precisó que en ella "Jesús no quiere afrontar el tema de la guerra y es sólo una parábola", sin embargo "en este momento en el que estamos rezando fuertemente por la paz, esta Palabra del Señor nos toca vivamente, y en sustancia nos dice que hay una guerra más profunda que debemos combatir todos. Es la decisión fuerte y valiente de renunciar al mal y a sus seducciones y de elegir el bien: seguir a Cristo y tomar la propia cruz".
En efecto, al inicio de su intervención, había señalado las condiciones puestas por Jesús para ser sus discípulos: "No anteponer nada al amor por Él, tomar la propia cruz y seguirle". Como muchos se le acercaban tras alguno de los milagros que le acreditaban como Mesías, "Jesús no quiere que nadie se haga ilusiones: sabe bien lo que le espera en Jerusalén, que la vía que el Padre le pide recorrer es la vía de la cruz, del sacrificio de sí mismo por el perdón de nuestros pecados".
"¡Seguir a Jesús no significa participar en un cortejo triunfal!", advirtió Francisco: "Significa participar de su amor misericordioso, entrar en su gran obra de misericordia para todo hombre y para todos los hombres. Y este perdón universal pasa por la cruz".
Por último, y al recordar que la festividad del día es la Natividad de la Virgen María, "fiesta particularmente querdia por las Iglesias Orientales, ortodoxas y católicas", encomendó a su intercesión la paz en el mundo, porque "Jesús es el sol y María es la aurora que preanuncia su aparición".
ReL
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