Discurso que dirigió Benedicto XVI el jueves en la residencia pontificia de Castel Gandolfo a los participantes en el simposio organizado sobre la Pave the Way Foundation con el título "Examinando el papado de Pío XII", celebrado en Roma del 15 al 17 de septiembre.
Castel Gandolfo, 18 septiembre 2008.
Estimado señor Krupp,
señoras y señores:
Para mí es un auténtico placer tener este encuentro con vosotros al final del importante simposio organizado por la Pave the Way Foundation, en el que han participado eminentes expertos para reflexionar sobre la generosa obra realizada por mi venerado predecesor, el siervo de Dios Pío XII, durante el difícil período del siglo pasado, que gira en torno la segunda guerra mundial. A cada uno de vosotros os doy mi más cordial bienvenida. Saludo de manera particular al señor Gary Krupp, presidente de la Fundación, y le doy gracias por las sentimientos que ha expresado en nombre de todos los presentes. Le agradezco, además, la información que me ha presentado sobre el desarrollo de vuestras sesiones de trabajo de este congreso, en las que habéis analizado sin prejuicios los acontecimientos de la historia, preocupados sólo de buscar
Durante estos días vuestra atención se ha dirigido a la figura y a la incansable acción pastoral y humanitaria de Pío XII, Pastor Angelicus. Ha pasado medio siglo desde su fallecimiento, acaecido aquí, en Catel Gandolfo, en las primeras horas del 9 de octubre de 1958, después de una enfermedad que redujo paulatinamente su vigor físico. Este aniversario constituye una importante oportunidad para profundizar en su conocimiento, para meditar en sus ricas enseñanzas, y para analizar de una manera conjunta su obra. Se ha escrito y dicho mucho sobre él en estos cinco decenios y no siempre se han enfocado correctamente los diferentes aspectos de su multiforme acción pastoral. El objetivo de vuestro simposio consiste precisamente en colmar algunas de estas lagunas mediante un análisis documentado sobre muchas de sus intervenciones, sobre todo aquellas a favor de los judíos, que en aquellos años eran perseguidos en toda Europa de acuerdo con el plan criminal de quien quería eliminarlos de la faz de
Gracias al amplio material de documentación que habéis recogido, enriquecido por múltiples y autorizados testimonios, vuestro simposio ofrece a la opinión pública la posibilidad de conocer mejor y de manera más completa lo que Pío XII promovió y realizó a favor de los judíos perseguidos por los regímenes nazi y fascista. Se puede ver, entonces, que no ahorró esfuerzos, allí donde fue posible, para intervenir directamente o a través de instrucciones dadas a personas e instituciones de la Iglesia católica en su favor. En las sesiones de vuestro congreso se han subrayado muchas intervenciones que realizó de manera secreta y silenciosa precisamente porque, al tener en cuenta las situaciones concretas de ese complejo momento histórico, sólo de esa manera era posible evitar lo peor y salvar al mayor número posible de judíos. Su entrega valiente y paterna fue, de hecho, reconocida y apreciada durante y después del tremendo conflicto mundial por comunidades y personalidades judías que no dejaron de manifestar su gratitud por lo que el Papa había hecho por ellos. Basta recordar el encuentro que mantuvo Pío XII el 29 de noviembre de 1945, con los 80 delegados de los campos de concentración alemanes, quienes en una audiencia especial que les concedió en el Vaticano, quisieron darle personalmente las gracias por la generosidad que demostró el Papa a los perseguidos durante el terrible período de nazifascismo.
Queridos señores y señoras: gracias por vuestra visita y por el trabajo de investigación que estáis realizando. Gracias a la Pave the Way Foundation por la constante acción que desarrolla para favorecer las relaciones de diálogo entre las diferentes religiones de manera que ofrezcan un testimonio de paz, de caridad y de reconciliación. Deseo vivamente que este año, que recuerda el quincuagésimo aniversario de la muerte de mi venerado predecesor, ofrezca la oportunidad de promover estudios más profundos sobre los diferentes aspectos de su persona y actividad para llegar a conocer juntos la verdad histórica, superando de este modo los prejuicios que aún quedan. Con estos sentimientos invoco sobre vuestras personas y sobre la labor de vuestro simposio la bendición de Dios.