lunes, 15 de septiembre de 2008

Benedicto XVI sintetiza el mensaje de Lourdes: "El amor es más fuerte que el mal"




El mensaje que dejó María hace 150 años es un mensaje de esperanza


LOURDES, domingo, 14 septiembre 2008 (ZENIT.org).-

Benedicto XVI lanzó un mensaje de esperanza en la misa que presidió este domingo en esta localidad de los Pirineos franceses con motivo de los 150 años de las apariciones de la Virgen María: "El poder del amor es más fuerte que el mal que nos amenaza".

En la homilía, el pontífice presentó "lo esencial del mensaje de Lourdes" a los 190 mil peregrinos reunidos bajo un cielo azul. Concelebraron la eucaristía con el Papa 230 obispos y mil sacerdotes. Para poder estar presentes, unas 5.000 personas habían dormido la noche anterior en la basílica subterránea de san Pío X.

En el día en el que la liturgia de la Iglesia celebraba la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el pontífice recordó que "es significativo" que en la primera aparición a santa Bernadette Soubirous (1844-1879) María comenzó su encuentro con la señal de la Cruz.

"La señal de la Cruz es de alguna forma el compendio de nuestra fe, porque nos dice cuánto nos ha amado Dios; nos dice que, en el mundo, hay un amor más fuerte que la muerte, más fuerte que nuestras debilidades y pecados. El poder del amor es más fuerte que el mal que nos amenaza", afirmó.

Según Benedicto XVI, "este misterio de la universalidad del amor de Dios por los hombres, es el que María reveló aquí, en Lourdes. Ella invita a todos los hombres de buena voluntad, a todos los que sufren en su corazón o en su cuerpo, a levantar los ojos hacia la Cruz de Jesús para encontrar en ella la fuente de la vida, la fuente de la salvación", aseguró.

Bernadette dio testimonio de 18 apariciones de la Virgen entre el 11 de febrero y el 18 de julio de 1858 en la gruta Massabielle. Hoy Lourdes reúne cada año a unos seis millones de peregrinos. Desde entonces la Oficina Médica de los Santuarios ha reconocido 67 milagros (curaciones científicamente inexplicables). Cada año esta institución recibe indicaciones de unos 35 casos de posibles milagros. En la mayoría de los casos, la investigación no prospera.

Al profundizar en el mensaje de Lourdes, el sucesor de Pedro recordó que la Virgen se presentó a Bernadette con este nombre: "Yo soy la Inmaculada Concepción".

"María le desvela de este modo la gracia extraordinaria que Ella recibió de Dios, la de ser concebida sin pecado, porque 'ha mirado la humillación de su esclava'". De esta forma, aclaró, "al presentarse en una dependencia total de Dios, María expresa en realidad una actitud de plena libertad, cimentada en el completo reconocimiento de su genuina dignidad".

"Es el camino que María abre también al hombre. Ponerse completamente en manos de Dios, es encontrar el camino de la verdadera libertad. Porque, volviéndose hacia Dios, el hombre llega a ser él mismo. Encuentra su vocación original de persona creada a su imagen y semejanza", aseguró.

En Lourdes, recordó, "María sale a nuestro encuentro como la Madre, siempre disponible a las necesidades de sus hijos. Mediante la luz que brota de su rostro, se trasparenta la misericordia de Dios. Dejemos que su mirada nos acaricie y nos diga que Dios nos ama y nunca nos abandona", exhortó.

Por este motivo, concluyó, "el mensaje de María es un mensaje de esperanza para todos los hombres y para todas las mujeres de nuestro tiempo, sean del país que sean".

El Papa confesó que le gusta invocar a María como "Estrella de la esperanza", como lo hace en el número 50 de su segunda encíclica, Spe salvi.

"En el camino de nuestras vidas, a menudo oscuro, Ella es una luz de esperanza, que nos ilumina y nos orienta en nuestro caminar. Por su sí, por el don generoso de sí misma, Ella abrió a Dios las puertas de nuestro mundo y nuestra historia", terminó.

Tras la homilía, interrumpida en varios momentos por aplausos, con una iniciativa poco común, el Papa dejó un largo momento de silencio para dejar espacio a la meditación sobre el mensaje de Lourdes.