viernes, 27 de marzo de 2009

Discurso de despedida del Papa de Camerún


En el aeropuerto de Yaundé

YAUNDÉ, viernes 20 de marzo de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que dirigió Benedicto XVI en la mañana de este viernes en la ceremonia de despedida de Camerún, que se celebró en el aeropuerto internacional Nsimalen de Yaundé.

* * *

[En francés]

Señor presidente,

señoras, señoras que representáis a las autoridades civiles,

señores cardenales,

queridos hermanos en el episcopado,

queridos hermanos y hermanas:

Al dejar Camerún, al final de la primera etapa de mi viaje apostólico a África, deseo dar las gracias a todos por la generosa acogida que me habéis ofrecido durante estos días. El calor del sol africano se ha reflejado en el calor de la hospitalidad que me habéis dispensado. Doy las gracias, en primer lugar, al señor presidente, y a los miembros del gobierno, por su amable acogida. Doy las gracias a mis hermanos obispos y al conjunto de fieles católicos que han ofrecido el ejemplo tan estimulante de un culto gozoso y vivo durante las liturgias que hemos vivido juntos.

Estoy contento también por el hecho de que los miembros de las demás comunidades eclesiales cristianas han podido estar presentes en algunos de nuestros encuentros, y les vuelvo a presentar mis fervientes deseos, así como a sus responsables.

Quiero reconocer el trabajo que han realizado las autoridades civiles para asegurar el buen desarrollo de mi visita. Pero, por encima de todo, quiero expresar mi gratitud a todos aquellos que han rezado ardientemente para que esta visita pastoral dé frutos para la vida de la Iglesia en África. Y os pido que sigáis rezando para que la segunda asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos sea un momento de gracia para la Iglesia a través de todo el continente, un momento de renovación y de nueva entrega a la misión de llevar el mensaje regenerador del Evangelio a un mundo lacerado.

[En inglés]

Muchas realidades de las que he sido testigo aquí quedarán profundamente grabadas en mi memoria. En el Centro Cardenal Léger, fue sumamente conmovedor constatar la atención que reciben los enfermos y los discapacitados, que forman parte de los miembros más vulnerables de nuestra sociedad. Esta compasión, que es la de Cristo, es una señal segura de esperanza para el futuro de la Iglesia y de África.

Mi encuentro con los miembros de la comunidad musulmana aquí, en Camerún, ha sido también otro momento fuerte que llevaré en la memoria. Mientras avanzamos hacia una mayor comprensión mutua, rezo para que crezcamos en el respeto y estima recíprocos, y afiancemos nuestra decisión de colaborar para proclamar la dignidad que Dios ha dado a la persona humana, un mensaje que nuestro mundo fuertemente secularizado tiene necesidad de oír.

El motivo principal de mi viaje a Camerún ha sido visitar a esta comunidad católica. Con gran gozo he podido compartir algunos momentos fraternos con los obispos, y celebrar la liturgia de la Iglesia con tantos fieles. He venido precisamente para compartir con vosotros el momento histórico de la promulgación del "Instrumentum laboris" de la segunda asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos. Ciertamente estamos ante un momento de gran esperanza para África y para el mundo entero.

[En francés]

Habitantes de Camerún, os animo a percibir la importancia del momento que el Señor os ha ofrecido. Responded a su llamada que os compromete a ser portadores de reconciliación, sanación y paz a vuestras comunidades y a vuestra sociedad. Trabajad por eliminar la injusticia, la pobreza y el hambre allá donde las encontréis. Que Dios bendiga a este hermoso país, "África en miniatura", tierra de promesas, una tierra de una belleza resplandeciente. ¡Que Dios os bendiga a todos!

[Traducción del original francés e inglés realizada por Jesús Colina