Evangelizar no es un acto de presunción, sino el mejor servicio
LUANDA, domingo, 22 marzo 2009 (ZENIT.org).-
Benedicto XVI ha hecho un llamamiento en Angola a anunciar a Cristo, pues su amor permite superar el miedo a los espíritus y el yugo de los brujos.
La misa que el Papa presidió en la mañana de este domingo junto a obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, movimientos eclesiales y catequistas de Angola y de Santo Tomé, quiso convertirse en un impulso decisivo a la evangelización de este país, quinientos años después de que recibiera la fe cristiana de manos de misioneros portugueses.
Dirigiéndose a las tres mil personas que le escuchaban, el Papa invitó a seguir "la estela de aquellos heroicos y santos mensajeros de Dios" para "llevar a Cristo resucitado a vuestros compatriotas".
"Muchos de ellos viven temerosos de los espíritus --constató--, de los poderes nefastos de los que creen estar amenazados; desorientados, llegan a condenar a niños de la calle y también a los más ancianos, porque, según dicen, son brujos".
"¿Quién puede ir a anunciarles que Cristo ha vencido a la muerte y a todos esos poderes oscuros?", dijo citando a san Pablo.
El Papa dio espacio a las voces de quienes consideran que la evangelización constituye un acto de presunción y afirman: "¿Porqué no los dejamos en paz? Ellos tienen su verdad; nosotros,
El Sato Pare respondió a estas objeciones, explicando que "si nosotros estamos convencidos y tenemos la experiencia de que sin Cristo la vida es incompleta, le falta una realidad, que es la realidad fundamental, debemos también estar convencidos de que no hacemos ninguna injusticia a nadie si les mostramos a Cristo y le ofrecemos la posibilidad de encontrar también, de este modo, su verdadera autenticidad, la alegría de haber encontrado la vida".
"Es más --subrayó--, debemos hacerlo, es nuestra obligación ofrecer a todos esta posibilidad de alcanzar la vida eterna".
La celebración tuvo lugar en la parroquia salesiana de San Pablo, en Luanda, iglesia recién restaurada administrada por los salesianos.
Dado que el número de personas que quisieron participar era muy superior a la capacidad del templo, los que no cabían, siguieron la misa en el patio contiguo a la parroquia gracias a una pantalla gigante, o en la calle, frente a la iglesia, donde también se instaló una pantalla.
Al final de la celebración, el Papa saludó a los fieles de la parroquia, que habían cedido sus puestos en la iglesia a los "trabajadores en al viña del Señor" de Angola, como los definió el Papa. Junto a ellos saludó también a los jóvenes del Movimiento Juvenil Salesiano procedentes de todo Angola.